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domingo, 23 de diciembre de 2012

Y la rueda siguió girando…

23 de Diciembre de 2012

Portugal
Marruecos


   Estoy en Marrakech, Marruecos, sentado en la vereda de un café en unas de las miles callecitas de la inmensa medina (vieja ciudad amurallada). Al lado tengo tres viejitos musulmanes con sus ropas típicas y por la callecita pasan carros tirados por burros, motos y bicicletas, mujeres de negro tapando hasta los ojos. Huele a comida y especias, aquí todo sucede en la calle, por momentos parece que el tiempo se hubiese detenido. Me pido un té marroquí, negocio por 5 dirham, mis amigos de al lado seguramente pagan la mitad, pero no me enojo, fue a lo que me dedique los últimos años, nada más que acá es más directo. Birome en mano me dispongo a compartir algunas de las anécdotas vividas en los últimos dos meses. Espere al 22/12 para estar seguro que tenemos el sol saliendo por unos años más antes de escribir.
Después del último mail desde Vigo seguí bajando rumbo a Portugal, me restaban solo 30 kms para cruzar la frontera, que lo único que tiene es un cartel (hay mas control entre Santa Cruz y Chubut que entre los países de la UE). Me topé con un país nostálgico, de pasado glorioso, presente de crisis. Las iglesias son mucho más humildes que las del país vecino y las rutas están en bastante peor estado. Porto y Lisboa son las ciudades que concentran el movimiento del país. Pasaron unas semanas pedaleando por Portugal, donde fui haciendo Couchsurfing (página de internet donde se ofrece y busca alojamiento en cualquier lugar del mundo) que me dio la posibilidad de conocer gente muy interesante, me abrieron las puertas de su casa y me trataron como si me conocieran de toda la vida.
También hice mucho camping. Me acuerdo la primera vez que tuve que armar una carpa en medio de la nada, fue con mi amigo Taba en la puna jujeña… que cagazo…la idea de estar solo, alejado de las ciudades aterra, pensando que va a llegar un asaltante o un asesino nocturno. Tuve que superar rápidamente ese miedo si quería estar preparado para viajar en cualquier lado. Así fue que empecé a acampar al costado de la ruta, cuando el sol empieza a caer, ojo de águila y a buscar un rinconcito donde nadie me vea, así termine durmiendo en plantaciones de oliva, construcciones, playas, hasta en la entrada de una quinta. Los locos y asesinos los dejé para Hollywood. Esta forma de viajar te hace sentir como un fantasma, estás, pero nadie te ve, no dormís en hoteles ni consumís lo que consume el turismo, te tiras donde podes y así vas avanzando, disfrutando de incontables atardeceres, los cielos más estrellados y esas mañanas bien anaranjadas, con la ruta toda para mi…
Después de unas semanas de pedaleo estaba necesitando bajarme un tiempo de la bici. Me puse en contacto con una aldea ecológica para hacer trabajo voluntario, al oeste de Portugal. Allí me encontré con gente de todos lados del mundo, que por distintas razones habían escapado un poquito del sistema y estaban buscando formas de vida alternativas. Trabajábamos 4hrs por día y el resto era para hacer alguna actividad, enseñar algo que uno sabe hacer o simplemente compartir una charla. Estuve dos semanas, y al irme me agarro un poco de tristeza, me había encariñado con la gente. Una de las cosas que me lleve fue que si uno es capaz de salir del esquema trabajo-dinero hay un mundo de oportunidades esperando, con el tiempo a tu favor y con la voluntad de hacer y aprender se puede prescindir de la plata en muchísimas cosas, desde cruzar océanos hasta tener un lugar donde dormir y comer.
De vuelta en la bici seguí recorriendo la costa Portuguesa hasta llegar a Lisboa. La humedad y la lluvia me hicieron la estadía difícil, pero pude disfrutar los encantos de la ciudad. Bajo una lluvia molesta y  por momentos torrencial emprendí camino a España, tenía que llegar a Sevilla para luego bajar hasta Algeciras donde salía el ferry para llegar a Marruecos (que conseguí gratis mandando solo un mail!).
En el camino pase por las sierras de Aracena, una vieja carretera de contrabando de la época de Franco. Hice una parada en la casa de Frank y Regina, en un pueblo en medio de las sierras, tapado de hojas de otoño. Frank es un ingles de 60 años que se fue a los 16 de la casa, vivió en la calle y escribió un libro sobre un viaje a dedo a la India, en el que, entre otras cosas, lo encontró con la revolución islámica en el medio de Irán. Llegó hace 25 años a este pueblito español donde conoció a Regina y se ganó la vida enseñando ingles. Me trataron como si fuera su hijo, la casa era un ambiente increíblemente cálido, la mesa del living está rodeada de sillones y tiene un radiador justo debajo, entonces uno se tira en el sillón, se tapa las piernas con el mantel y se queda calentito tomando un café y charlando de la vida. Durante el día es un desfile de chicos que van a las clases de ingles y por la noche es la clase de adultos, un speaking, al que Frank me invitó para que participe. Eran unos ocho alumnos, algunos de ellos alumnos hace 20 años, como una abuela que iba con su hijo de 40, lo cual hace de la clase una charla entre amigos. También estaba el médico del pueblo y otros personajes. Toda la clase se baso en un ping pong de preguntas sobre mi viaje, estaban muy interesados en saber porque y como estaba viajando sin sentido en bicicleta. Fue muy divertido. Me di cuenta que a la gente le resulta muy inspirador el sentir que cualquiera de ellos podría estar en mi lugar, que mi bici no tiene nada de especial, ni yo soy millonario, ni un ciclista apasionado con las piernas fibrosas de tanto pedalear. Al otro día salí temprano rumbo a Sevilla, con un paquete de jamón ibérico que me regalo Regina y con la sensación que me iba de mi casa.
Una vez en Sevilla me contacté casi de casualidad con una pareja que también iba para Marruecos en bicicleta. Así fue que empecé a pedalear con Mark y Corina.. El es de EEUU y ella de Rumania, están casados y viajan hace un tiempo alternando auto y bicicleta. Mark tiene unos cuantos viajes en bici encima así que me enseña unos cuantos tips útiles (por ejemplo como usar mi cocina a nafta que no había estrenado… gracias lagarto!!).
Al pedalear acompañado mi vida baja tres cambios. Los chicos son tremendamente relajados, pase de hacer 100-120kms por día a unos 70, largos desayunos, almuerzos y cenas que antes no duraban más de 15 minutos. No sé si es mejor o peor, pero diferente. Uno puede distraerse más, olvidarse de algunas cosas y dar un descanso a la soledad con la que convivo  cada día en la ruta.
Para cruzar a Marruecos nos separamos porque teníamos diferentes ferrys. Antes de dejar el ‘primer mundo’ compré repuestos para la bici, no sé cuánto tiempo durará la aventura africana ni si voy a encontrar lo que necesito para la bici, miedos… que son más kilos en el equipaje.
Llegar a Marruecos solo, bajarme del ferry y encarar la ruta fue mucha adrenalina. No sabía con que me iba a encontrar y quieras o no la bici no es un auto, uno es parte del entorno, no hay vidrios ni paredes que te separen. Por suerte los marroquíes resultaron ser muy amigables y simpáticos, no hacen más que saludar en la ruta y charlar cuando uno para a comprar algo.
Me volví a encontrar con los chicos en Asilah un pueblo con una medina hermosa frente al atlántico y pedaleamos juntos hasta Rabat. Las rutas hasta ahora no tenían nada que envidiarle a las europeas salvo los automovilistas un poco más ruidosos e imprudentes. Hasta que decidimos tomar rutas secundarias: Bienvenidos a África, barro, pozos, basura y un factor que nunca tuve en cuenta: niños, corren las bicicletas, tratan de agarrarte, te tiran piedras y se paran en medio de la ruta para que no pases… son un estrés!. Cambiamos las iglesias por las mezquitas, están en todos lados y eso es bueno porque es una fuente de agua ya que los musulmanes se limpian antes de entrar. Cuatro veces al día los parlantes retumban en todos los pueblos y ciudades con una voz que canta el Coran invitando a sus hermanos a rezar, el primer llamado es a las cinco de la mañana!. No importa que estén haciendo, tiran una alfombra o un cartón al piso y apuntando a la Meca (la casa de Alá) empiezan su ceremonia. He visto gente bajarse de su auto en medio de la ruta, como también 20 personas salirse de una cola para tirarse a rezar a un costado de la calle.
Mark y Corina van hasta Senegal con las bicis, lo cual charlando muy poco al respecto me bastó para sumarme. No son muchas las oportunidades que voy a tener en mi vida de cruzar el desierto del Sahara en bici y de paso conocer un poco del África negra. Para llegar tenemos que pasar por el Sahara occidental al sur de Marruecos y por Mauritania, cuya visa se llevó dos días de mi vida peleando con la burocracia y negocios de la embajada en Rabat, pero finalmente la conseguimos.
A los chicos no les gusta pedalear en grandes montañas, yo tenía muchas ganas de conocer Marrakech y cruzar la cadena montañosa del Atlas. Fue difícil decidir que volvía a pedalear solo, era volver a cuidarme solito y charlar conmigo mismo por horas ajaja.  Nos despedimos y acordamos volver a encontrarnos en el sur de Marruecos. Salí de Rabat muy ansioso, me había desacostumbrado. Hice unos 80kms y cuando el sol caía yo seguía arriba de la bici en un lugar muy descampado con cultivos, imposible de esconder la carpa. Decidí probar suerte preguntando en un caserío al costado de la ruta, mi francés y árabe son nulos pero la seña de triangulo para pedir un lugar para acampar es universal. Así fue que empezó una de las experiencias más lindas de Marruecos: Los hombres que estaban me dijeron un lugar para tirar la carpa y me ayudaron a armarla… al rato empezaron a caer familiares, me saludaban muy amistosamente y se interesaban por qué hacia este muchacho acampando en la puerta de su casa. Cuando llego el padre de la familia me invitó a dormir en la casa, sin dudarlo me mande, desarmamos la carpa y adentro. Me recibieron con una pava de agua caliente y una palangana para lavarme las manos y los pies y una taza de té bien calentita. Comí con toda la familia, unas 15 personas que viven en 4 casas, tienen burros, vacas, ovejas y una huerta, todo al lado de las casas. Charlamos como pudimos mientras comimos pescado frito con pan casero y, obviamente, té. Las mujeres atienden a los hombres y recién ahí se sientan a comer. Les mostré mis fotos y mapas y después jugamos a una especie de rumi con las cartas. Estas son las experiencias que uno llega por estar solo en la ruta, fue increíble, si hubiese estado con los chicos hubiéramos buscado algún lugar alejado para acampar, uno es mas autosuficiente, pero también se aísla mas. Por la mañana la señora de la familia cocinó unos panqueques tradicionales de aquí y me charló muchísimo en árabe, para risa del resto de los familiares al ver mis señas y mi cara de no entiendo nada. Me invitaron a quedarme unos días más, pero no quise abusar de su hospitalidad. La señora me pidió que la llamara a la telefónica del pueblo cuando llegara a Marrakech, fue lo único que entendí, por suerte estaba el hijo para explicarle en árabe que existe el email.
Dos días después llegue a Marrakech, el último día pedaleando con todas las montañas de fondo. Esta es lejos la ciudad más turística del país, lo cual no solo la hace más cara sino que atrae mucha gente que se quiere ganar la vida. Así, en la plaza central de la medina, uno se encuentra con monos atados, encantadores de serpientes, africanos tocando bombos, entre carritos de comida, burros y mucho más. Ayer 21 esperando el fin del mundo pensé que era un buen día para cambiar algo y me saque mi barba que había acumulado en estos meses en una peluquería digna de una foto.

Bueno, no los aburro más, mañana cruzo los Atlas (es un paso más alto que pirineos) y sigo camino al sur. Van 4600 kms de aventura en este posgrado que no se pone en el curriculum pero del cual tengo mucho para aprender. Nos esperan miles de kilómetros de sol, viento y arena, un gran desafío para la cabeza.

jueves, 25 de octubre de 2012

Al fin un poco de inspiración

 25 de Octubre del 2012.


 Polinesia Francesa
 Isla de Pascua
 Francia
 España



  Pasaron casi dos meses desde que salí de Argentina y no puedo mentir, después de las despedidas tan afectuosas que recibí  al llegar al aeropuerto de Tahiti tenia ganas de tomarme el primer vuelo de regreso. La libertad de la ruta, el viento del pacifico en la cara y el carisma de los tahitianos fueron sacando esa angustia con los días. Recorrí con la bici las islas de Tahiti Nui, Iti y Moorea durante tres semanas, solo acampe un día  el resto de las veces me invitaron siempre a dormir en sus casas, mostrarme su forma de vida, me llevaron a pescar, hacer snorkel en las aguas mas lindas que vi y hasta hacer un asado de pollo en un islote de arena blanca en medio de aguas turquesas. Aprendi algunas palabras en tahitiano, especialmente 'Manuia' que es 'Salud' y los amigos la usan mucho los fines de semana cuando descorchan docenas de Hinano (cerveza local por excelencia jaja). 


   El turismo en polinesia francesa es generalmente de All-Inclusive, entonces en un pueblito pesquero ven llegar un boludo en bicicleta lo primero que hacen es saludarte en invitarte a pasar, hay respeto por el esfuerzo y por la forma humilde en la que uno llega y tienen mucha voluntad de ayudar. Mas allá de las playas increíbles y las enormes montañas cubiertas de vegetación  la magia de la polinesia la encontré en las personas, su forma de vida tan simple y la cordialidad con la que me recibieron.
   Después vino isla de pascua, de los hermanos chilenos!. Estuve una semana parando en un camping frente al océano pacifico donde se armo un lindo grupo con familias de chilenos, un frances y un bibliotecario checo con camisa de leñador y pantalón de vestir gris hasta el pecho aja. Fui visitando los distintos sitios que muestran aspectos de la cultura Rapa Nui, obviamente casi todo gira alrededor de los Moais que son realmente imponentes y estan por todas partes. Una de las cosas que mas me gusto fue salir con las bicis a la madrugada, bajo un cielo increiblemente estrellado, recorrer la costa durante  una hora hasta llegar a un altar ceremonial con 15 Moais y el sol que sale justo por detrás... realmente espectacular. 
Para coronar mi visita en polinesia el ultimo día enganchamos un curanto popular, donde comimos, junto a toda la comunidad rapa nui, carne con la mano (por que se desarmaba), papa, pescado, bananas, con musicos tocando musica local y bailongo bajo la lluvia... no podia pedir mas...

Cruzando el charco


Finalmente, y ya queda poco ajja, desembarque en Europa. ah casi me olvido, en el vuelo saliendo de isla de pascua se me pego un ninio chileno que estaba escribiendo una historieta sobre un superheroe: 'super conforto' (papel higienico) y el enemigo 'caquin' (caca ajjaja).. como me rei.. marche un psicologo!
Llegue a Madrid con miedo por inmigraciones, pero me dieron tan poca bola que ni hola me dijeron. Estuve alojado unos dias en casa de una familia madrileña que me trataron de lujo, recorrí las callecitas y sus tabernas, cañas y bocadillos pasaron a ser parte de mi dieta.
  El jueves 4 de Octubre empece a sumar kms en el viejo continente. Salí rumbo a Francia para luego volver a Espania por el Camino de Santiago ( antiguo camino medieval por donde peregrinaban miles de fieles cristianos yendo hacia Santiago de Compostela, hay muchos yo hice el camino frances). Los primeros dias hice etapas muy largas, recorriendo hasta 130 kms por dia en un llano rodeado de cereales y pueblitos que se alzan en desniveles para tener buena vista, con iglesias muy antiguas que se ven a lo lejos. Fui tirando la carpa donde me dejaban, generalmente en los pueblos chiquitos no tenia problemas. A diferencia de la polinesia aquí la gente es mas fría y mantiene mas distancia, aun así hubo gente que me invito a desayunar o darme una ducha salvadora después de unos días ajaj.
   Cruzar los pirineos fue algo realmente hermoso, acá es otoño y los bosques están de todos colores, los pueblos de montaña con sus puentes del Siglo XII, calles de piedra, uno mas lindo que el otro. Fueron unas dos horas y media de pedaleo en el cambio mas liviano de la bici, 16 kms de subida, la mayoría en caracol. Una vez en Francia me quede en Oloron St Marie, una ciudad muy linda, y de ahí fui hasta St Jean Pied de Port, donde se inicia el camino francés a Santiago. Un pueblo repleto de peregrinos, la mayoría caminantes (que les lleva un mes llegar a destino!).

 Decidí hacer el cruce de pirineos por el camino de los peregrinos en lugar de la ruta.. durisimo! 1200 mts de desnivel en 20 kms, osea subía mas de un km en altitud y lejos de la suavidad de las rutas para autos las subidas eran largas y empinadas, sentía que me quemaban los músculos de las piernas, por momentos me tuve que bajar y empujar la bici... principalmente cuando habia mucha piedra.
  Así cruce toda España, pasando por Pamplona, Burgos, León hasta llegar a Santiago en unos 11 dias. El camino es especial, fui parando en albergues de peregrinos, donde cada noche conocia distinots caminos, distintas historias de gente, de porque estaban ahí  desde un alemán de 66 años que cargaba 50 kgs en una bici y recorría 5mil kms hasta muchos jóvenes españoles que el paro les dejo el tiempo libre como para salir a caminar... compartí ruta con ciclistas vascos, un puertorriquenio y un irlandés que fui encontrando en el camino.
  Al llegar a Santiago se me piantó un lagrimón, me invadió el cuerpo la sensación de que no hay limites, es solo una cuestión de proponerse las cosas y esforzarse para alcanzarlas, hace meses que decia que quería hacer el camino y ahí estaba parado frente a la catedral.
  Seguí camino hasta llegar a Finisterra, donde se creía que terminaba el mundo antes que Colon nos 'descubriera', es un faro frente al atlántico en una costa hermosisima. Se terminaron los albergues de peregrinos por lo que tuve que volver a la carpa, por suerte encontré una playa muy tranquila antes que se hiciera de noche..
  Ayer llegue a Vigo desde donde escribo este 'resumen' que se esta haciendo extenso. Aprovecho la computadora de unos amigos polacos que me alojan para mandarles esta actualización. 
  Me despido con un fuertisimo abrazo, alejarme me sirve también para tener perspectiva y valorar lo que tengo en casa que son todos ustedes. Gracias por ser cómplices y artífices de esta aventura!




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