miércoles, 3 de septiembre de 2014
jueves, 7 de agosto de 2014
viernes, 30 de mayo de 2014
Al fin un poco de Inspiración... Vol VIII
Lost in thought and lost in time
While the seeds of life and the seeds of change were planted
Outside the rain fell dark and slow
While I pondered on this dangerous but irresistible pastime
I took a heavenly ride through our silence
I knew the moment had arrived
For killing the past and coming back to life
While the seeds of life and the seeds of change were planted
Outside the rain fell dark and slow
While I pondered on this dangerous but irresistible pastime
I took a heavenly ride through our silence
I knew the moment had arrived
For killing the past and coming back to life
(Letra de la canción Coming Back to Life -
Pink Floyd)
Namaste India
Una
madrugada cualquiera de Diciembre me encontró con mi bicicleta tirado en el
hall del aeropuerto de Bombay, sin saber que me esperaba. Salí con ansiedad y
hasta un poco de miedo. La ciudad se despierta ingenua. Mi corazón explota
cuando mis sentidos se encuentran con India. Me pierdo. Pedaleo durante horas
sin dirección. La calle huele a inciensos. Aquí un hombre bañándose en la
vereda, otro se afeita, la vaca los ve y no le importa, una señora se peina el
negro cabello para empezar prolija el día, su brillante sadi contrasta con las
oscuras paredes. Esquivo un árbol de Banya que está en el medio de la calle,
quedo atónito con la figura de este ser viviente. Pero el tráfico me empuja y
debo seguir. Los señores mueven la cabeza de lado a lado sonrientes. A mí me
dan ganas de abrazarlos. Te con leche (chai). El primero de millones, en un
banquito, a la sombra. Unas cincuenta ya, las sonrisas recibidas y todavía no
es ni mediodía.
Carros,
motos, rikshas (motitos taxi), autos y ruidos. Esa estación de tren? Imponente,
se la olvidaron unos señores elegantes que hablaban perfecto ingles. También
dejaron colectivos rojos de dos pisos que ya deben tener unos cuantos años. ‘No
será Londres?’ ‘No, mira toda esa basura, qué Londres?, parece el riachuelo’.
Cada rincón está vivo, comida por todos lados, los chicos juegan cricket en la
plaza, los mendigos duermen en la vereda. No veo la hora de salir a caminar
esas callecitas. Pero hoy estoy cansado, necesito dormir. La bici en la ciudad,
que problema. Finalmente encuentro una celda, perdón un ‘hotel’. Dejo la bici
en la recepción y paso la primera noche... entre inciensos y curry.
Bollywood
El tiempo
en Bombay se me pasa explorando su día a día. Tomando una cerveza, solo, en un
bar (placer que no me podía dar hace rato), una extraña invitación: ‘Queres
hacer de extra para una película de Bollywood?’ ‘ Por qué no?’.
No les voy
a mentir, sonaba más divertido de lo que realmente fue. Con unos quince otros
turistas, todos en un bus a un estudio de grabación en medio de un ‘slum’
(villa miseria). Nuestro papel es el de invitados al casamiento de una chica
extranjera con el indio protagonista de la película. Pero resulta que el indio
era gay y la boda es interrumpida por su novio que llega en un helicóptero
(ajaja todavía me da gracia la
historia!). Todo lo que hicimos fue, ‘shanti shanti’ (despacio despacio),
filmar esta escena. Los indios se toman su tiempo y nos llevó todo el día
hacerla. Yo trate de poner mi mejor cara de sorpresa ante la (imaginaria)
llegada del helicóptero. Así me gané 900
rupias, en el primer paso de un difícil camino a la fama.
Navidad se
acercaba, y como siempre, solo y sin planes. A diferencia del año anterior
donde la soledad del desierto mordía los huesos, Bombay es un lugar donde no debería
ser difícil encontrar extranjeros para celebrar. Aún así me las ingenié para
que siendo 24 a la noche, no tenia absolutamente nadie con quien brindar. Me
fui solo a un famoso bar llamado Leopolds y me senté en la barra. Para mi
sorpresa, casi no había extranjeros. En la tele pasan la Premier League inglesa
que me entretiene un rato, pero mi cabeza se inunda un poco de tristeza... otra
vez solo!... Al lado se me sienta un ingles, al verle la cara me pude dar
cuenta que estaba en la misma situación que yo. ‘Happy Chirstmas’ le digo,
dando inicio a una amistad tan efímera como la navidad misma, porque será la
primera y última vez que vea a mi nuevo amigo. Pero esa noche la celebramos a
lo grande. Recorrimos las calles (y bares) de Bombay hasta que el cuerpo y la
cabeza dijeron basta. El último recuerdo que tengo es de mi amigo en la vereda,
comiendo la comida que un vagabundo le regaló.
En los próximos
días puse la bici a punto y empecé a pedalear hacia el sur. El invierno es el
momento perfecto para recorrer la India tropical.
Carrera
a Goa
Para salir
de Bombay me tomé un corto ferry que me evitaba salir por autopistas y me
dejaba ya en la zona rural. Tenía en mi cabeza el plan de llegar a Goa para año
nuevo, ya que es donde se agrupan todos los extranjeros para esta fecha. Me
separaban 500 kms y tenía cinco días. Exigente pero no imposible, hasta que descubrí
la ruta que me esperaba.
Para evitar
la principal ruta hacia el sur, opté por unas rutas secundarias que bordean el
mar, pero dada su cercanía a este, se cortan reiteradas veces en las
desembocaduras de los ríos, donde sin puentes, hay que tomar ferrys. La ruta es
angosta y poco transitada, por momentos está destruida. Voy pasando aldeas
tapadas de palmeras y plantas de banana, con una vida muy simple.
El haberme
puesto un objetivo exigente, por momentos, me arruina el espectacular escenario
por el que pedaleo. ‘ Siempre estas apurado Pablo’ me dijo un día mi amigo Dan
en el desierto del Sahara. Aquel entonces traté de auto-justificarme. Siempre
se pueden encontrar razones para estar apurado. Ahora en retrospectiva me doy
cuenta cuantas veces en mi vida me mentí a mí mismo, poniéndome objetivos que no
tienen razón de ser y que no hacen más que condicionarme el día a día.
Pero el mar
sigue a mi derecha y por momentos encuentro la paz para contemplar su
inmensidad, escapando un rato del estado de ‘tenes que pedalear’ que me
torturaba.
Empecé a
probar las primeras caricias de las familias indias que me invitan a tomar té,
comer algo o simplemente charlar.
La ruta se
repite en su geografía. Subo una empinada cuesta hasta una planicie que parece
una savanna, muy calurosa, para siempre bajar abruptamente al verde tropical
que acompaña al rio. Para cruzarlos me tomo ferrys de todo tamaño y color,
algunos barquitos de madera donde apenas entra la bici, otros de los grandes
que cargan autos.
Cada vez
que paro y miro a mi alrededor, la gente, el paisaje y tomo conciencia que
estoy pedaleando en India, hay una sensación increíble que recorre todo mi
cuerpo.
Finalmente,
el mediodía del 31 me doy por vencido. No lucho más conmigo mismo. Faltando
solo 70 Km para llegar a Goa, en un pueblito costero, me doy un baño en el mar,
tomo una cerveza bien fría y me digo: ‘Paso el año nuevo acá’. Lo que me relajé
es indescriptible, simplemente borrando una regla que yo mismo inventé.
Ese día había
un festival con músicos locales en esa playa. Muchas familias se acercan a
comer y escuchar un poco de música india en vivo. Yo camino un poco por la
playa despidiendo en mi cabeza un 2013 que fue, sin dudas, el año más intenso
de mi vida. De repente, como dos ángeles, una pareja de chicos indios me
invitan a que los acompañe en su cena. Charlamos de la vida gracias a su buen
ingles y cuando llego el 2014 tuve con quien compartir un abrazo.
Los próximos
días me encontrarán en Goa. Apenas cruzo la frontera de este estado empiezo a cruzar scutters con turistas, los
primeros después de una semana. Conozco dos ciclo viajeros, Fabian y Thamas,
apenas llego, pero ellos se estaban yendo. Luego el destino me volverá a cruzar
con ambos más adelante. Paradójicamente Goa resulta un lugar en el que me
siento muy muy incomodo (después de tanto apurarme!!!). Este pequeño estado es
el que alberga más turistas y realmente no es un lugar para vivir la India,
sino para escapar de ella. Cafés y restaurantes con comida occidental, locales
de ropa y accesorios con los que en treinta minutos el CEO de JP Morgan se
convierte, por unas pocas rupias, en el más hippie de todos.
El confiar
mucho en la gente es algo hermoso y que me ha permitido disfrutar de
experiencias únicas, pero no aplica para los lugares turísticos. Tardecita en
Goa. Dos chicos indianos me invitan a que los acompañe con unas cervezas. Muy simpáticos
charlamos de la vida hasta que oscureció. Me invitan a cenar , yo sin dudar
acepté. Vamos los tres en una motito hasta las afueras de Arambol (la ciudad).
‘Vamos primero a lo de nuestro jefe’ (la cosa ya se empieza a poner extraña…).
Llegamos a la casa donde habían otros dos hombres. Me invitan a sentarme en el
living y al ratito nomas el ‘jefe’ empieza a hablar de cosas que yo no tenía ni
idea. ‘Qué opinas del negocio?’ me dice. ‘¿Qué negocio? Le pregunto, ‘¿No te
dijeron nada?’, ‘No, no sé de qué estás
hablando’ le contesto. La cara del ‘jefe’ y la situación se empieza a agitar un
poco. De repente veo la escena tomando un poco de distancia: estoy solo, en las
afueras de una ciudad en India, con cuatro tipos que ni conozco en una casa, me
podían hacer a la parrilla que nadie se enteraba. ‘¿Vos vas a volar afuera de
India hacia Europa o América?’ Siguió el jefe. ‘Sí, tal vez’. ‘Bueno,
necesitamos que lleves unas joyas,…’ Siguió explicando el negocio pero mi mente
se apago, mis ojos ya buscaban una rápida salida. ‘Perdón, pero no quiero saber
nada con esto’ casi tartamudeando. El hombre se da vuelta y les empieza a
gritar los dos chicos con los que vine, yo aproveche para pararme y salir
corriendo. Después de un rato caminando en la oscuridad llegue a la zona
turística de nuevo, con las piernas temblando!. Semanas más adelante me enteré
de otros chicos, que sufrieron cosas muy similares, con los mismos personajes!!
Filosofando
entre cocos y bananas
También escapé
de Goa a los pocos días. Me instalé un poco más al sur, en Gokarna. Una ciudad
sagrada para los hindúes en el estado de Kernataka. Aquí encontré una playa muy
tranquila, con bungalos frente al mar y la paz que necesitaba.
Son días en
los que conocí gente muy interesante, entre ellos, un ciclo viajero austriaco,
Klaus, con el que luego compartiremos mucho tiempo juntos casi por azar.
Aprovechando
la quietud de este paraíso tropical, empecé a conocer un tal Krishnamurti. Este
filósofo indio, recomendado inicialmente por mi padre, me hizo explotar la
cabeza. Sus diálogos son un canto a la libertad del espíritu. Entre alguna de
sus ideas plantea que lo real, lo inconmensurable, lo que está fuera de los márgenes
del tiempo aparece cuando cedemos con toda lucha y búsqueda. No existe
profesor, técnica o camino, lo real simplemente esta allí. Aceptar en lugar de
esforzarnos por cambiar, es lo único que lleva al cambio profundo. En palabras
de Krishnamurti… ‘Simple no es una persona que se viste con trapos o come una
comida al día, simple es quien posee una mente libre de deseo’. No lo tomo como
la verdad revelada, pero que brillante. Me encuentra en un momento de una gran
lucha interna por cambiar, por cultivar virtud… y las palabras de este filoso
me regalan una enorme confusión, pero también mucha paz. ¿Cuál es la diferencia
entre una mente que está sedienta de cosas materiales y una sedienta de nuevas
experiencias?
Recomiendo
la lectura a los interesados!!!
India
tropical
Fogones en
la playa, guitarreada y cerveza. Así serán los últimos días en este hermoso
lugar.
Después de
casi diez días sigo pedaleando rumbo sur. El plan es llegar a Kanyakumari, el
punto más austral de la India. Los primeros días voy acompañado por Fabián, el
alemán que conocí en Goa.
Te con leche,
bananas y arroz constituyen el 95% de mi dieta diaria. La comida india es
riquísima, aunque solo en las zonas turísticas están los platos más elaborados.
Fuera de ella, donde paso casi todo mi viaje, la comida es bien simple, generalmente
arroz, una sopa de lentejas y un poco de verdura salteada picantita con curry.
Siempre con re-fill gratis para comer hasta reventar. Se come solo con la mano
derecha (sin cubiertos) y muchas veces hojas de banana hacen de plato.
Entrando en
el estado de Kerala la ruta costera está muy cargada de tráfico y mi cabeza no
da más. El transito aquí tiene sus propias reglas. Aprenderlas me llevo días y
muchos enojos. Por ejemplo, siempre tiene prioridad el vehículo de mayor tamaño,
entonces un colectivo jamás le dará paso a nadie. La bocina sirve para avisar
que uno está pasando, y la usan todo, absolutamente todo el tiempo, de hecho
los camiones tienen pintado ‘Blow horn please’. No importa si viene un auto de
frente (mucho menos una bicicleta), se mandan a pasar como vienen, avisando con
la bocina que van. Así terminaba en la banquina cada dos por tres, con una
bronca que me salía por los poros. Despacito fui entendiendo que era la regla y
que hasta los autos se tiraban en la banquina para dar lugar a los apurados vehículos
de mayor porte.
Aturdido y
nervioso decidí dejar la ruta, para pedalear por las montañas del estado de
Tamil Nadu. Rutas secundarias muy pacificas y rodeadas de una naturaleza
impresionante me fueron llevando por las montañas que hacían de ‘hill station’
para los ingleses en tiempos de colonia. De repente, me encuentro rodeado de
plantaciones de té que cubren todas las montañas, en un escenario único.
Supero los
dos mil metros de altitud, donde a la noche se pone bien frio. Un placer
viniendo del sofocante calor.
No dura
mucho la aventura en las montañas y a los pocos días estoy de nuevo al nivel
del mar, esta vez no en la costa, sino bien al centro.
La gente
reacciona de dos maneras cuando pregunto por un lugar donde tirar la carpa: o
me rechazan de manera bastante desagradable o me reciben con muchísimo cariño.
Recibo la hospitalidad de familias, chicos de una iglesia católica me invitan a
un banquete, hasta termino durmiendo en un templo de Shiva con los babas.
También
paré unos días en un pueblito rural, donde sacrificaron una gallina para
celebrar mi bienvenida. La gente se acerca a la casa donde me estoy quedando,
señoras grandes, hombres y chicos. En las casas hay animales por todos lados y
plantaciones todo alrededor. Es gente que trabaja la tierra con sus manos. Las
mujeres hacen trabajo físico a la par de lo hombres. Ellas con sadis coloridos,
ellos con una tela que cubre las piernas llamado ‘lungi’, que frecuentemente lo
recogen y dejan como un pañal.
Una familia tiene un pequeño taller textil de
maquinas viejas y ruidosas. Me invitan todas las mañanas a desayunar con ellos
y que hable ingles con su pequeña hija.
Un día me
llevaron al cine a ver una película donde actuaba una celebridad de Tamil Nadu.
La peli dura tres horas, hasta tiene intervalo. Los primeros planos, los bailes
y el héroe de la película me estaban entreteniendo bastante, hasta que empecé a
tiritar. En el camino a la casa me di cuenta que algo andaba mal. No paso mucho
tiempo desde que me acosté hasta que empezar a volar de fiebre. Primera caída
en este largo viaje, un golpe al autoestima que se cree indestructible. Yo
pensaba salir el próximo día pero me vi obligado a quedarme. Visite un medico,
yo estaba convencido que tenia malaria o dengue. Por suerte el médico me dice
que es solo un resfrío (violentos los resfríos indios). Reposo, pastillas y en
un día estaba como nuevo. Igual no puedo mentir, me asusté un poco. Son estos
los momentos que te das cuenta cuán lejos está tu gente.
La ruta
hasta Kanyakumari seguirá muy tranquila, plana y con poco transito.
Plantaciones de arroz y montañas de roca me regalan una foto bien asiática
antes de llegar a la unión de los mares.
El ultimo día
antes de llegar, mientras tomaba un chai mañanero al costado de la ruta,
aparece un enorme elefante todo adornado. Mi asombró de tener semejante bestia
al lado era grande, pero más me asombró el ritual que le siguió: El dueño del
local sale con una baldecito de agua, el elefante la absorbe con la trompa y
acto seguido lo empapa de pies a cabeza. Le da una rupias al dueño del elefante
y se vuelve a su local. El elefante sigue su lento paso sobre el caluroso
asfalto. Increíble India.
Llego a
Kanyakumari. El mar es azul profundo y choca violentamente contra las rocas.
Contemplar el mar es siempre inspirador, pero aquí hay tantos turistas indios
que estoy un poco alterado. Y como siempre, salgo apurado a la caza de algo
diferente: esa misma noche me tomo un bus para volver al norte, donde decido pedalear los tres meses que me
quedan. En mi cabeza tengo la idea de encontrar un lugar donde pasar un poco de
frio, cansado de un año y medio de verano ininterrumpido, y ese lugar se llama Himalaya.
El bus me
deja en Chennai donde conecto un tren a
Varanasi que se demora 40 horas. La cultura india está marcada por los trenes y
desde que llegue a este país sabía que quería vivir un viaje larga distancia.
El viaje en
tren es divertido. Entre millones de indios tengo la suerte que se me sienta al
lado un simpático israelí, Losa, con el
que puedo hablar ingles. Cada compartimiento aloja ocho personas. En la pared
están las camas que se fijan solo por la noche (sino es imposible sentarse). Es
un constante ir y venir de gente vendiendo todo tipo de bebidas y comidas. Las
familias se traen un arsenal de comida en bolsas.
El tren
recorre las grandes planicies que hacen a este país. Dejamos atrás el verde
tropical, todo se va secando y poniendo más gris. Entramos en el superpoblado
estado de Uttar Pradesh, donde me espera la sagrada ciudad de Varanasi.
Todo
Fluye
Vienen
cantando, uno atrás del otro. Por los angostos callejones pasean adornados
cuerpos hasta bajarlos por las enormes escalinatas que bajan al Ganges.
En el
crematorio el escenario es irreal. Todo lo que mi vista tiene enfrente está
pintado de negro, por un humo eterno, cientos de años de fuegos
ininterrumpidos. Los edificios están abandonados. Hay madera, mucha madera, una
muralla de troncos para los muertos de hoy y los que vendrán.
Al cadáver
lo llenan de agua de rio, antes de taparlo con madera y dejarlo arder.
El silencio
es solo interrumpido por el ruido que hace el fuego cuando está hambriento.
Ver carne humana quemarse, sentir el olor de
un cuerpo que se hace cenizas, es algo tan difícil de digerir. Me puedo pasar
horas mirando sin realmente comprender que lo que ahí se está volviendo polvo
ayer sonreía. En nuestra sociedad la
muerte es tabú. Porque le tenemos miedo. Miedo de perder el yo que moldeamos,
todo lo que hemos acumulado. Y en un segundo, ese castillo que tanto esfuerzo
nos llevo construir se derrumba, como si fuera uno de naipes (no lo es?)
En un
atardecer sin sol en el horizonte, miro el sagrado rio… que no deja de pasar.
Segundo
tropezón tampoco es caída
La brújula
de la poderosa apunta al norte. Los próximos meses del viaje serán entre las montañas
más altas del mundo. El plan es cruzar los estados de Uttar Pradesh y Bihar
hasta llegar a Nepal y luego ir bordeando los himalayas hasta que se me venza la
visa.
Pedalear en
los estados más superpoblados de la India fue difícil. La gente, tanta gente. No
podía bajarme de la bici, automáticamente tenia quince personas alrededor.
Algunos juegan con los cambios de la bici, otros simplemente se me sientan al
lado y me miran, sin pestañear. Se genera un fenómeno de las masas: cuando
gente ve que hay mucha gente reunida se acercan por curiosidad, entonces la
gente se acumula y renueva, asegurando un grupo de espectadores todo el tiempo
que este allí sentado, tratando de disfrutar el té.
Aún siendo
los estados más pobres del país, recibí la hospitalidad y el cariño de familias
que no miden. De hecho la agenda en la que escribo estas palabras llego a mis
manos uno de esos días (agenda India de 1999, una reliquia)
La ruta
alterna entre un asfalto muy respetable a un ripio insoportable. El paisaje es
muy rural, plano, con pueblos humildes, gente y animales que trabajan la
tierra.
Una tarde
me encontró bailando en un escenario para celebrar uno de los tantos dioses
hindúes con otros diez chicos de un pueblo. Acampe abajo del escenario. Esa
noche, volvió la fiebre.
Dado que me
encontraba en un pueblo muy pequeño decidí salir de todas maneras, al menos
hasta una ciudad donde pueda encontrar un cuarto para descansar. Desayuno y
fotos con una familia y salgo. Los setenta kilómetros se me hicieron eternos.
Llegue a una ciudad con la fiebre bastante alta. Encontré un cuarto y ahí me
quede transpirando por dos días, solo interrumpiendo el sueño cuando el dueño
del hotel me golpeaba la puerta y me insistía que bajara a comer. Como nunca.. Que
ganas de estar en mi casa. Pero lo que no te mata te hace mas fuerte… dicen…
Encontré un
patrón en mis dos caídas en este viaje. Las dos veces tome agua de pozo de los
pueblos en los que me quede. Otra lección para el superhombre que toma agua de
todos lados.
Pasé ocho
días en esta ciudad a solo cuarenta kilómetros de la frontera nepalí. A partir
del tercer día ya me sentía mucho mejor, pero como me esperaba el frio clima de
los himalayas decidí hacer un buen reposo para subir con la barrita de energía
completa.
Aproveche a
escribir el mail anterior (camino de Irán a la India) que me llevo un día
entero de redacción y otro de tipeo… se están volviendo largas las historias!
;)
Son días en
los que llueve mucho y la ciudad es un gran barrial, de cielo gris, frio, gente
tapada con mantas, todo lo opuesto al verde y alegre sur. Disfruto de
simplemente sentarme en la calle, tomar chai bajo un techito y mirar las cosas
cotidianas de una ciudad cien por ciento india.
Una mañana
de mucha neblina salí rumbo a Nepal. El barro hace todo lento y difícil. La
India como despedida me regala otro de sus espectáculos: antes de cruzar la
frontera en una ruta de ripio que de repente se hizo autopista, dos elefantes
caminando por el carril rápido, en contramano. Nadie se animo a multarlos.
En una
frontera sin militares ni barreras, un señor sale de una casita: ‘Namaste,
welcome to Nepal Sir’
Donde
Buda conoce a Shiva
Volver a
Nepal, que alegría. Este pequeño país lo conocí hace un poco más de dos años
atrás, donde tres semanas de vacaciones y los beneficios de la aerolínea me
permitieron tener una pequeña muestra de sus sabores. Mi cabeza estaba llena de
preguntas ¿Cómo será la experiencia ahora viniendo de un entorno tan diferente?
Aquella vez
deje la oficina un viernes a la tarde y el domingo a la mañana me recibía Katmandú.
La ciudad me shockeo. El primer día casi no quería salir del cuarto. Las
calles, la gente, el ruido me intimidaban pero finalmente todas esas cosas me terminaron enamorando.
Por ello el primer destino con la bici era la alocada capital Nepalí.
El cambio
en la gente entre un país y el otro es increíble, solo para ilustrar, en Nepal
ni el dueño del local de chai se me acerca a preguntarme que quiero. Un poco de
paz.
La primera
noche en Nepal me encuentra acampando en el predio policial de un pueblito
frente al primer cordón de montañas pre-himalayas. Ceno con los hospitalarios
policías, me invitan un poco de ron y el jefe termina queriéndome prestar su
arma reglamentaria, cargada de balas!.
Tenía dos
rutas a Katmandú, el valle, más largo y con camiones, o el atajo a través de las
montañas. Obviamente elegí la segunda opción, que implico un sube y baja más
duro de lo que pensé, pero de paisajes impagables.
Subo, subo
todo el día. Lasa casas pasan a ser refugios de madera, tan cálidos que me dan
ganas de meterme adentro. El frio se empieza a hacer sentir. Termino cenando y
compartiendo el fuego con una familia en una casita perdida entre los valles.
La próxima
mañana alcanzo la cima del paso a unos 2600 mtrs snm (con nieve incluida). Al
llegar todo lo que mis ojos pueden ver en el horizonte es una larga línea de
gigantes de roca que se pelean por tocar el cielo. Es tan espectacular la vista
de los himalayas que hasta se me cae alguna lagrima. No me lo esperaba. Es uno
de esos momentos que le dan razón de ser a tanto esfuerzo.
Paradójicamente,
una mañana tan especial termina con una tarde pedaleando entre tierra y
camiones en las afueras de Katmandú. No llego a la ciudad y tiro la carpa unos
18 kms antes, al lado de una granja de pollos (no se imaginan el olor!).
Finalmente
en Katmandú. La ciudad que me llegó a intimidar ahora me pareció una ciudad
bastante tranquila para ser capital y muuuy turística comparado con la
experiencia india. Pero las callecitas, los balcones de madera, el cablerio,
los templos, los patios internos y
pasadizos, todo tan viejo, sucio y abandonado…los budistas rezándole a Shiva,
hindúes poniéndole el tercer ojo a Buda,
tantas caras y colores… Katmandú me volvió a enamorar.
Pase los
primeros días disfrutando un poco de los placeres occidentales que ofrece esta
turística ciudad, café, medialunas, internet!.
Me reencontré con el Rodri, un argentino que conocí en Varanasi. Es un
cordobés puro corazón con el que nos la pasamos tomando chai en la calle,
mirando la locura de la ciudad mientras filosofamos de la vida.
Después de
una semanita de relax salgo derecho para las montañas. Dos días pedaleando al
costado de hermosos ríos de deshielo me llevan al lugar donde vivo una
experiencia que cambiara mi forma de interpretar mi vida y la realidad del
mundo que me rodea.
Erase una vez un joven profesor que navegaba los mares. Era un hombre muy educado pero con pequeña experiencia sobre la vida. Entre los tripulantes del barco que viajaba un marinero analfabeto. Todas las tardes, el marinero visitaba el cuarto del joven profesor para aprender sobre diferentes materias. Estaba muy impresionado por los conocimientos del joven hombre.
Una tarde el marinero estaba por retirarse del cuarto luego de una extensa conversación cuando el profesor le pregunto, "Viejo hombre, haz estudiado geología?"
"Qué es eso señor?"
"La ciencia de la tierra"
"No, señor, yo nunca fui a la escuela ni a la universidad. Nunca estudié nada."
"Ayyy viejo, haz desperdiciado un cuarto de tu vida."
El marinero se retira con mucha tristeza. "Si una persona tan estudiada dice eso, debe ser verdad," pensó. "He desperdiciado un cuarto de mi vida!"
La próxima tarde cuando el marinero se retiraba del cuarto, el profesor le pregunta nuevamente, "Viejo marinero, haz estudiado oceanografía?"
"Señor, que es eso?"
"La ciencia del mar."
"No señor nunca estudié nada."
"Viejo, has desperdiciado la mitad de tu vida."
Con gran tristeza el marinero se retira: "Si este hombre lo dice, he desperdiciado la mitad de mi vida."
El próximo día se repite la misma escena: "Viejo hombre, haz estudiado meteorología?’
"Que es eso señor? Nunca lo oí en mi vida."
"Por qué? Es la ciencia del viento, la lluvia y el clima."
"No, señor. Ya le dije, nunca fui a la escuela, nunca estudié nada."
"No has estudiado la ciencia de la tierra en la que vives; no has estudiado la ciencia del mar en el que te ganas la vida; ni tampoco has estudiado la ciencia del clima que te encuentras cada día? Marinero, has desperdiciado tres cuartos de tu vida."
La infelicidad del marinero era enorme: "Este hombre que tanto ha estudiado dice que desperdiciado tres cuartos de mi vida! Realmente debo haber desperdiciado tres cuartos de mi vida."
Pero el próximo día fue el turno del viejo marinero. Fue corriendo al cuarto del profesor gritando, "Profesor, señor, disculpe, a estudiado nadología?""
"Nadología? A que te refieres?"
"Si sabe nadar señor?"
"No, no sé nadar."
"Profesor, usted ha desperdiciado toda su vida! Este barco golpeó una piedra y se está hundiendo. Solo aquellos que saben nadar tal vez puedan llegar a la costa más cercana, pero aquellos que no saben se ahogaran. Lo siento mucho profesor, usted ha perdido su vida."
Shine on you crazy
diamond
El cuento que acaban
de leer no es producción propia, sino que es un cuento que comparten el último día
de un curso de meditación vipassana que participé. Se los comparto porque tiene
un mensaje que para mí fue de muchísimo valor. Vivimos en una sociedad donde
alimentar el intelecto lo es todo. Conocemos todo menos a nosotros mismos. Yo
me pase dieciocho años de mi vida en un aula y nunca aprendí tanto sobre mi
persona como en estos diez días.
Les comparto mi
experiencia, no para que solo la lean a modo de entretenimiento. Describo lo
que pasa en mi cabeza con la clara intención de sembrar dudas, dudas que
derivan en acción y cambio. Así nos contagiamos las cosas buenas de la vida.
La meditación
vipassana viene de Burma (Myanmar). Quienes la practican dicen que es la
técnica que enseñaba Buda a sus seguidores, y que su enseñanza se ha mantenido
intacta por 2500 años.
Quienes me conocen
saben lo racional y lógico que he sido toda mi vida. Romper esa barrera me es
siempre difícil, pero un curso que es gratuito y del que todos me hablaban como
un antes y un después, era garantía que tenía algo valioso para ofrecer y no es
parte del gran negocio espiritual que uno puede encontrar en la india. A mí me
llega por el boca en boca, ese contagio que a mí me llego es el que les quiero transmitir
con estas líneas.
El curso consiste en
diez días de total silencio, sin lectura, música, ejercicios, ni nada que a uno
lo pueda distraer. Cada día hay programadas diez horas de meditación, solo
interrumpidas por desayuno, almuerzo y un té por la tarde. El día empieza con
un bong a las cuatro de la mañana, donde se inicia con la meditación.
Apenas llego al centro
se respira un gran nerviosismo y ansiedad, todavía no rige el silencio por lo
que aprovecho a charlar un poco. Hay unas 25 personas, mitad hombres y mujeres.
Luego nos separaran por el resto del curso. Me toca compartir cuarto con dos
chicos franceses con los que nos veremos las caras todo el tiempo pero no nos
podemos hablar.
El lugar donde está
situado el centro es un sueño. Con la cadena montañosa de los Annapurna justo
en frente (una de las más altas del mundo), en medio del bosque, con el
pintoresco lago Begnas a los pies… así va a ser fácil meditar.. Pensé… no sabía
la que me esperaba!
Los primeros tres días
son durísimos. Físicamente el sentarme con las piernas cruzadas durante tantas
horas me vuelve loco, más teniendo en cuenta que pedaleo hace veinte meses sin
elongar!. Psicológicamente hay una lucha con una mente salvaje. La meditación
inicial consiste en un ejercicio donde simplemente tenemos que tratar de
enfocarnos en la respiración, nada más. Algo que suena tan simple como sentarse
y concentrarse en lo que el cuerpo hace automáticamente, respirar. Pensamientos
de todo tipo invaden la mente y uno pacíficamente vuelve una y otra vez a la
respiración. (Los desafío a que lo prueben ahora, solo cinco minutos ).
Mirar cada mañana,
después de dos horas de meditación, la salida del sol, inundando de fuego los
colosos nevados, era un milagro de la vida, sentía que me podía quedar allí en
pausa, para siempre.
A partir del cuarto día
nos enfocamos solo en la zona entre los labios y la nariz, para el quinto día
pasar a escanear todas las sensaciones del cuerpo, de pies a cabeza. Acá no hay
religión involucrada, no hay secta, gurú, mantra ni nada que imaginar. Es la
mente observando materia, es uno experimentando su propio cuerpo.
La sensibilidad
alcanzada a medida que pasaban los días me llevaba a que tal vez podía estar
cuarenta minutos comiendo cuatro pedazos de manzana. Es que cada mordisco era
un universo de vibraciones alrededor del cuerpo. Por primera vez en mi vida
sentí que estaba, con cuerpo y mente, en ese momento. Hasta que me daba cuenta
y se perdía (si pensas que estás viviendo el momento, ya no lo estás viviendo).
En el curso se plantea
que la principal fuente de la miseria en la que vive el hombre es su
insatisfacción, que nace de desear cosas que no suceden o el rechazo de otras
que sí. Observando las sensaciones mientras meditamos, tratamos de mantener
ecuanimidad, sin desear esas lindas vibraciones que me da la manzana, ni rechazar
los terribles dolores en las rodillas. Aceptando las cosas tal cual son. (Me
recordaba mucho a Krishnamurti)
Una de las mas lindas
sabidurías que comparten es la de hacernos responsables de nuestros
pensamientos. Los únicos dueños de lo que pasa por nuestra cabeza somos
nosotros, entonces cuando estamos cargados de negatividad y enojo, no es culpa
de nadie más que de nosotros mismos y nuestra interpretación de lo que a
nuestro alrededor sucede. Ser positivo es una elecciónJ.
Y para ir terminando
con la parte espiritual, una de las mayores lecciones, que comprendí, no a modo
intelectual, pero en mi propia carne, es la de impermanencia. Yo estaba
convencido que con el pasar de los días el terrible dolor físico se iba a ir
yendo, y mi meditación sería mejor y mejor. Nada de ello paso. Cada vez que
pensé que había ganado luego de una buena sesión de meditación con poco dolor,
la próxima, pensando que ya había superado ese estado de pena, el dolor me
volvía loco. Aceptar la impermanencia es aceptar la vida con todos sus dolores
y que el ‘feliz para siempre’ no existe más que en nuestras mentes.
El curso se termina.
Volver a hablar fue tan extraño. Es notable como la mente se llena de
pensamientos apenas uno enchufa la maquina. Hablando, escuchando música,
leyendo libros, Pum, la paz desaparece en un abrir y cerrar de ojos.
El curso es durísimo,
pero lo más difícil es mantener la meditación cuando uno vuelve a su día a día
y la locura de la sociedad.
Back in Babylon
Con los amigos del
curso nos fuimos todos a Pokhara. Junto con Javier, de Mexico, Grego y Sebastián
de Francia, compartimos los especiales primeros días post curso, disfrutando de
volver a la civilización y tratando de mantener las sesiones de meditación!
Por momentos siento que estoy exactamente
igual que antes del curso, pero por otros observo reacciones y pensamientos en
mi que nunca tuve, especialmente cuando me invado de pensamientos negativos…
quedan ahora muy evidentes. También de a ratos me siento con una gran paz
interior, como que nada puede ser mejor. Obviamente sigo teniendo la humana
reacción de tratar de atarme a esos momentos, pero vienen… y se van.
En Pokhara festejamos
Holi. La gran fiesta hindú, llena de colores la gente se polvorea con mucho
cariño. Nosotros terminamos bañados de pintura.
Después de este largo
y especial parate volví a la bici. Paso una semana pedaleando el valle que
bordea los himalayas en el oeste nepalí. Nunca disfruté tanto una ruta como
esos días. Todo tiene una singularidad única, todo está vivo, no hay dos árboles
iguales, las hojas bailan cada una su propia melodía. El mundo que me rodea no
le pongo nombre y se muestra en toda su belleza. La vida en las aldeas, los
carruajes, unos con búfalos desprolijos, cansados, otros tirados por elegantes bueyes,
de blanco, con una sincronización y presencia que podrían llevar una princesa
en lugar de todo ese pasto.
Los colores, los
contrastes, como si me hubiera metido en una obra de arte, de autor anónimo.
Con el silencio de una
ruta toda para mi, volví a la alocada India.
Tengo en mente un
lugar invernal, de ventanas empañadas.
Camino al norte indio,
la ruta esta apestada y yo quiero escapar. Siguiendo mi atlas de la India, me metí
por rutitas secundarias que me regalaban la paz que necesitaba, solo por
momentos. Llegue hasta un pueblo donde la ruta se corta, una barrera de parques
nacionales en el medio y del otro lado
una ruta , casi un sendero, de piedra suelta. Ahí me entere que me estaba
metiendo en una importante reserva de tigres.
En el pueblo me
advierten sobre el peligro de estos hermosos animales. Pero yo también soy
tigre en el horóscopo, no pasa nada. Cuando paso la barrera los militares me
advierten que son cuarenta kilómetros de reserva, sin pueblos. Son las dos de
la tarde y ya hice unos setenta kilómetros que se sienten en las piernas.
Apenas meto la nariz en la selva me doy cuenta que va a ser durísimo. Las
ruedas bailan sobre las piedras y no puedo ir a más de 5kms/hr. Una familia de
ciervos se me cruza, y hasta se paran a mirarme. Hermoso. Me di cuenta que me
estaba metiendo en un lugar realmente salvaje. Pienso en volver, por miedo que
se me haga de noche en la reserva… pero volver a la ruta y la bocina… un poco
de aventura pienso…
Sigo luchando con las
piedras. Cada vez que freno, o hasta camino (que no hace mucha diferencia) es
una sinfonía de pájaros y monos. Tantos monos!. Llego hasta la casa de unos guarda
faunas. Les juro que parecía Jurassic Park. Alambrados de dos metros
electrificados protegen todo el predio, lo cual me dio más miedo aún! De que se
protegen tanto?. Trato de averiguar si hay alguna aldea adelante pero la
comunicación se hace difícil sin ingles.
Después de casi tres
horas, habiendo hecho solo 16 kms, me cruzo un tractor de indios que roban leña
del parque. Me ofrecen un jalón que acepto, pero antes de los tres kilómetros
les pido que me bajen. El tráiler salta tanto que mis huesos están por
quebrarse. Me dicen que hay asfalto a diez kilómetros, lo cual me deja más
tranquilo.
Una vez allí voy con
el sol cayendo, cansado y apurado por llegar a algún lugar poblado. Finalmente
salgo del parque y llego a una aldea donde un señor me invita a su casa.
Contento y triste, de no haberme cruzado un tigre (pensaron q aparecía uno no?,
bueno les regalo uno: Faltaba muy poco para salir del parque cuando decido
pararme a comer unas bananas que estaba cargando. El ruidoso grito de los monos
se silencia por primera vez. También los pájaros dejan su cantar. ‘Los debo
haber asustado’, pienso. Tomo un poco de agua , tibia a esta altura. Miro unos
arbustos que se mueven, no muy lejos de la bici. Espero la salida de un mono,
uno de los tantos, pero no. Un tigre se asoma sin miedo. Parece no entender el
caballo de aluminio que tiene en frente, le da una vuelta, me mira. Yo estoy
congelado, tengo pánico y admiración por semejante bestia a la misma vez.
Olfatea una de las alforjas y se vuelve a perder … en el denso verde que lo
protege de nosotros…).
Me quede dos días en
lo del viejito. Un viudo que tomaba todas las tardes hasta quedarse dormido.
Atrás de las casas los trigales son trabajados por las mujeres. Entre tanto
dorado bailando al viento, sobresalen vestidos azules, rojos, y verdes. El sol
del atardecer completa el inspirador escenario que vivo desde la terraza de la
casa. Ellas me ven y me invitan a ser parte. Bajo y saco algunos yuyos, lo cual
entre risas me dicen que pare, ese es el trabajo de ellas. Me invitan a tomar
té. Como me gustaría poder hablar el mismo idioma.
De nuevo en la ruta,
destino Rishikesh. Esta ciudad se volvo muy popular por ser donde los Beatles tenían
su ashram. Por qué los Beatles venían aquí lo entendí rápidamente en la ruta.
Voy pedaleando y empiezo a sentir un fuerte olor a marihuana. Miro al costado y
me encuentro con matorrales salvajes, plantas de más de un metro de alto,
increíble!. Me acompañarán todo el resto del viaje ornamentando la ruta de olor
y color.
Rishikesh tiene poco
para ofrecer. Ashrams y yoga para turistas por todos lados. Nada realmente
puro, más que el Ganges. Muy cerca de su naciente, el mítico rio aquí es verde
esmeralda y bien frio!. No me anime a darme el sagrado baño en Varanasi, viendo
lo que allí pasa, pero en Rishikesh el chapuzón fue hermoso.
Más tarde, con el sol
cayendo y el rio vistiéndose de plateado, la música llega a las escalinatas,
turistas de todos lados mezclan su arte y regalan una pacifica melodía. Veo un
mate salir y corro a interceptarlo. Dos chicas argentinas de viaje por el
mundo. Encontrarme argentinos, que no son muchos, es a esta altura, nostálgico.
Con solo escuchar el acento mi cabeza viaja por mis memorias.
Donde la tierra y el
cielo bailan un tango
De lleno a los himalayas.
Evitando rutas transitadas empiezo a subir rio arriba por las primeras cadenas montañosas.
Rutas muy destruidas, angostas y peligrosas. Pero entre valles y cañones que
roban el aliento.
Unos chicos me paran
en la ruta apenas había empezado el segundo día en las montañas. Me invitan un
té y junto con el té la invitación a pasar el día. Son unas tres o cuatro casas
al borde del precipicio. Abajo un rio que corre con furia y al fondo un
interminable valle. ‘Hoy vamos a ir a desarmar la casa de mi abuelo, para
reutilizar las maderas en nuestra nueva casa’. La casa del abuelo está a unos
cinco kilómetros que hacemos caminando. La casa esta unos 500 mts de la ruta,
para llegar hay que bajar un empinado sendero por el bosque, hasta el rio. La
casita de piedras y madera es un lugar soñado, hoy en ruinas.
El trabajo consiste en
llevar las maderas (enorme tablones) hasta la ruta, donde por la tarde pasará
un camión. No les voy a mentir, una parte de mi cabeza decía ‘ en la que me
metí’. En un viaje en bici, lo último que queres hacer cuando paras es
actividad física. Acá habían chicos de hasta 14 años cargando madera. Yo no me
podía quedar sentado, diciendo, ‘yo estoy cansado’. Así nos pasamos todo el día
subiendo pesados tablones hasta la ruta.
La madre trajo de
comer el almuerzo (cargó en la espalda comida para unas 10-15 personas!) y
aprovechamos el parate para un baño en el frio rio. En la tarde seguimos hasta
que no había nada más que cargar. Todos en la caja de camión volvimos al
pueblo, en un peligroso viaje. Descargamos todo a oscuras.
Me gustó la
experiencia porque muy seguido veo gente haciendo duros trabajos físicos al
costado de la ruta y por un día me toco embarrarme con ellos y comer del mismo
arroz con la mano. Para romper prejuicios, de ambos lados.
La mañana siguiente no
me podía mover, pero igual seguí viaje. Voy camino al norte, entro en el estado
de Himachal Pradesh. Un día duermo en la cocina de un restaurant, otro día en
una hermosa casita de madera después de que una familia me salve de una
lluvia-nieve torrencial.
Llego al valle de
Kinnaur, la primera noche me encuentra durmiendo con los babas en un templo
hindú. Estuve horas sentado al lado del fuego con el baba pintando la frente de
sus fieles, sin hablar una palabra. Cada tanto llegaban ofrendas (comida) y el
baba me las daba a mí! Ejej. Al fondo del templo hay aguas termales! Aprovecho
a darme un buen baño de agua caliente.
La ruta gira hacia el
este y se va metiendo por la cadena del gran Himalaya, bordeando Tíbet. Por eso
necesitaba hacer un permiso especial en la ciudad de Rekong Peo (hay mucha
presencia militar y los turistas solo pueden entrar por tiempo limitado).
La activa ciudad de
Rekong Peo está justo al frente del monte Kinner Kailash, un enorme macizo de
roca y hielo, sagrado para los hindúes. La vista es espectacular. Mientras
caminaba por la ciudad, observando la gente con sus simpáticos y tradicionales
gorritos verdes, escucho una voz que me llama. Miro y estaba Klaus, el ciclo
viajero que conocí en el sur, sacando la cabeza por la ventana de un colectivo.
Valla coincidencia!! Éramos
los únicos dos blancos en la ciudad y nos conocíamos!. Lamentablemente Klaus se
canso de la bici y ahora se estaba moviendo en bus. Viajaremos juntos todo el
resto del viaje, coordinando los pueblos de encuentro.
Visitamos Kalpa, un
pueblo a mayor altitud que Rekong, con vistas aun más espectaculares y una vida
más tranquila. Nos quedamos allí unos cinco días… disfrutando el hacer poco más
que contemplar. Una mañana nos levantamos y estaba todo blanco. Cuantas
memorias de mi infancia!!! Hice un muñeco de nieve que le costó varios días al
sol de primavera derretir.
Sigo camino, ahora por
una de las rutas más peligrosas del mundo sin dudas. La NH22 o ruta
indo-tibetana lo tiene todo. Es que la
intrépida ruta trata de pasar por lugares que la naturaleza no quiere. Lluvia
de piedras, deslizamientos, cruce de glaciares y ríos, todo bordeando largos
precipicios, en una ruta que no tiene más de tres metros de ancho.
Las famosas ‘shooting
stones’, no las tomé muy en serio, hasta que el ruido de un balazo y mi
manubrio abollado me dan cuenta del milagro. Por centímetros la roca no me
rompe la cabeza. Es que cortaron la montaña para hacer una ruta y por momentos pedaleo
al lado de paredes de roca que no se ve donde terminan, una piedrita que se
suelta arriba es mortal al llegar a la ruta.
Trato de no volverme
paranoico, pero pedaleo rapidito y alejado de la pared (bien cerca del
precipicio). Pedaleo durante dos días. Todo lo que me rodea ya es montañas y
nieve. Los bosques van dando lugar a unos pocos pastos que sobreviven un clima
hostil.
El pueblito de Nako, a
3600 mtrs de altitud, es mi primer parada en la alta montaña. Un anfiteatro de
colosos adornan el panorama en 360 grados. Las caras se van achinando. Los
templos hindúes desaparecen dando lugar a los monasterios budistas. Las casas
ya no son de madera, sino de roca y
barro. Las plegarias budistas son los únicos colores en un pueblo que todavía
vive el gris invierno. Las plantaciones en forma de terraza las trabajan
hombres, mujeres y yaks. El pueblo todavía tiene nieve en las callecitas,
evidenciando un invierno durísimo.
De Nako sigo viaje a
Tabo, el primer pueblo dentro del valle del rio Spitti, una de las regiones del
mundo donde mejor se ha conservado el budismo tibetano.
En el camino, un
deslizamiento cortó la ruta. Un grupo de diez personas trata de empujar rocas
gigantes al precipicio para poder reabrir la ruta. Con la ayuda de unos chicos
pasamos la bici. Los autos… a esperar todo el día.
LA ruta pasa a escasos
cinco kilómetros del Tíbet. El paisaje cambia, el cañón del rio Spitti se va
abriendo en un desierto de alta montaña espectacular. El viento ya es bien frio
y seco, las noche son heladas. Las achinadas caritas tienen la cara quemada. Un
lugar no apto para pieles sensibles.
En Tabo me reencuentro
con Klaus y unos amigos canadienses. Es mediados de Abril. Dado el frio de esta
época, somos los únicos turistas por aquí. La mayoría de los altos pasos de
montaña están aun cerrados por nieve. La mayoría de las facilidades para el
turismo están cerradas, cuartos, restaurantes. Para mi es ideal. Nos cuentan
que incluso en temporada es un lugar de poco turismo debido a la
inaccesibilidad (doy fe!). Sorprende, porque es uno de los lugares más bellos y
vivos que he visitado. Vivo porque se mantiene intacta la cultura y vida de los
pueblos, no son maquetas para el turismo.
En Tabo aprovechamos a
visitar un monasterio de mil años de antigüedad, hecho todo de barro y roca.
Luego seguí viaje al
monasterio de Dhankar. Un pueblito construido a 600 mtrs sobre el rio, con
vistas espectaculares de todo el valle. El monasterio parece que se va a caer al
precipicio, alucinante.
Nos quedamos con los
monjes que nos dan alojamiento y comida por unas rupias. Viendo su día a día,
mi idea sobre estos lamas paso del ideal a lo real. Es que siempre imaginé que
un monje budista (en una generalización burda) era un hombre que decidía dejar
su vida de confort para adentrarse en un camino de auto descubrimiento. Pero la
cosa no es tan así. Los monjes aquí son en su mayora el segundo hijo varón de
las familias, que es enviado al monasterio donde aprenderán religión por veinte
años. Luego tienen la opción de renunciar, algo que está muy mal visto.
Entonces me encontré con chicos que no tuvieron mucha opción más que ponerse la
túnica, que les gusta ganar plata igual que a cualquier otro ser humano, mirar
televisión y comer mucho. Ni mejor ni peor, real.
Desde este pueblo nos
fuimos caminando a uno cercano. Encontramos muchísima nieve en el camino lo que
hizo lo hizo muy cansador. Nos habían dicho que nos llevaría dos horas llegar,
pero cuando ya había pasado ese tiempo nosotros estábamos con nieve hasta las
rodillas sin un pueblo en el horizonte. Nuestra idea era ir y volver en el día,
por lo que no cargábamos mucho más que agua. Nos sentamos para pensar un poco
que hacer. Podíamos volver y ya sabíamos lo que no esperaba, o seguir.. y dejar
que el destino nos sorprenda… decidimos la segunda opción… y que acertado que
fue!
Dos horas más de barro
y nieve hasta llegar a Lalung. Nos recibe un chico que pasea su yak por las
callecitas. Nos lleva a su casa y nos invita arroz. Es la primera vez que
entramos en una casa en esta región. La calidez del lugar no tiene descripción
posible. Con un hogar a leña en el medio, que también hace de cocina,
almohadones todo alrededor para sentarnos en el piso. El techo es bajo y está
hecho con ramas y troncos , cubiertas de barro hacia afuera y cubierto con
pintorescas sabanas hacia adentro. Hay columnas de madera talladas. Aquí
desayunan, almuerzan, cenan y duermen durante el invierno.
Después de un té nos
acompaña a una casa que la señora nos ofrece ‘home-stay’, techo y comida por
unas rupias en una casa de familia. Utilizaremos esta agradable forma de
alojamiento el resto de nuestra estadía en las montañas.
Las casas por fuera
son blancas, cuadradas, de techos planos donde secan pastos y madera. En la
planta baja viven animales , los humanos arriba. Todo el funcionamiento me hace
muchísimo sentido. Nadie se preocupa por la pulcritud, chicos, animales,
tierra, todos parte de la naturaleza. Los desechos del baño no son problema
sino un gran fuente de energía y abono para las terrazas que mañana volverán a
crecer alimentos. Los desechos animales son
fuente de calor en las frías noches. Las vacas dan su leche, los yaks
dan su fuerza para arado.
Pocas cosas crecen
aquí, principalmente arvejas y cebada. La cebada es por excelencia la principal
comida, la cocinan en todas sus formas (y a mí me encanta!!). También aparece
el té de manteca, calorías para una vida dura.
Sentados en el techo
del home stay vivimos la paz que este lugarcito nos regala. Con el sol
calentando aún con sus últimos rayos, un viejito al lado mío recita mantras
mientras gira la rueda budista en sentido horario. Un poco más allá está su
hermana, otra viejita, que acomoda el queso de yak para que el sol lo seque.
Arriba los gigantes nevados, abajo los animales siguen trabajando la tierra hasta
que la luz se va. Y yo mientras pienso que afortunado que soy de estar acá.
La mañana siguiente
volvimos bien temprano, cuando la nieve aun estaba congelada. En mi cabeza
surgió la idea de bajarme de la bici.. y recorrer pueblos y montañas a pie junto
a mi amigo Klaus. Estacionar la bici será sano para mi cuerpo y mente después
de veinte meses de pedaleo casi ininterrumpido. Y así fue.
Después de Dhankar fui
pedaleando hasta Kaza, el pueblo más importante del valle. Volvimos a comer
fruta y dulces indios. Deje la bici en un hotel, cargue la mochila y salimos.
Nos pasamos casi un
mes caminando los himalayas. Los pueblitos, valles y monasterios. Mañanas
haciendo pasos de montaña cargados de nieve, lugares increíbles, todo sobre los
cuatro mil metros de altitud. Intentamos enseñar ingles en el valle del rio Pin,
en una escuelita de trece alumnos de
cuatro a diez años de edad…El profe del pueblo nos alojó por una semana en su
casa, y el primer día nos dijo: ‘ustedes vayan y empiecen, yo tengo que darle
de comer a los animales’. Me saco el sombrero con los profes… que difícil que
es.
Aprendimos y jugamos cricket entre la nieve,
cocinamos con monjes y celebramos el cumpleaños de Buda en el espectacular
monasterio de Kye, construido en la cima de la montaña, custodiando el valle.
Volvimos a Kaza con el
corazón lleno, pero ya extrañando un poco la otra India, la ruidosa. Yo desarme
la bici porque los pasos más al norte seguían cerrados ( y no quería pedalear
esquivando rocas de nuevo por la misma ruta).
Empezamos el lento
retorno. Tardamos tres días para hacer 500 kms que no sacaron de los himalayas,
con la bici sobre el techo del bus.
Yo me vuelvo pensando…
la simpleza con la que esta gente vive. Por generaciones no han necesitado nada
más que lo que la naturaleza les brinda. Con la llegada de la electricidad y la
televisión son testigos de una india para muy pocos (hay que ver las
publicidades!!, la gente , las casas, los mensajes de la televisión..
terrible). Espero tengan la sabiduría de valorar lo que tienen sin comerse el buzón
de occidente.. que solo les traerá tristeza.
El libro que duerme
A medida que bajamos
al nivel del mar, vuelven los olores de la vegetación, el verde de la
primavera, cosas que ya me había olvidado entre tanta piedra y roca.
Pasamos de noches
heladas a los cuarenta grados, vuelve la fruta y la verdura fresca!
Visitamos el estado de
Punjab, tierra de los Sikh. Esta religión es una de la más modernas del mundo
(SXV) y es una mezcla de islam e hindú.
Los hombres son muy fáciles de reconocer: de turbantes, largas barbas y dagas.
La primera parada fue en Anandpur Sahib.
Dormimos en el templo y comimos en la cocina comunal. Esto es algo
característico de los sikh, las cocinas comunales para cientos, donde la gente se
acerca y come gratis. Todo se mantiene con limpieza estricta.
Disfruto mucho de la
vida del templo, lleno de peregrinos que visitan y rezan.
Desde la terraza del
templo, de blanco brillante, veo como pasa la vida debajo, en la ruidosa
ciudad. Religiosos cantan y tocan instrumentos. Pienso en el contraste de dos
mundos tan diferentes, separados solo por unas montañas.. también pienso en cómo
voy a extrañar a la India.
Fuimos hasta la
frontera con Pakistán, a la sagrada ciudad de Amritsar. Aquí se encuentra el
templo dorado. Es uno de los templos más importantes de la india. Es aquel que
fue bombardeo por Indira Gandhi treinta años atrás. Luego le costará su vida,
siendo asesinada por dos de sus guardaespaldas, de religión sikh. Es que es el
templo más sagrado para ellos.
El lugar es de una
espiritualidad increíble. El templo de oro esta en el centro de un lago, que a
su vez es rodeado por otro templo de
blanco impecable.
Aquí también hay
cocina comunal donde le dan de comer a 200 mil personas por día, manteniendo un
orden y una limpieza espectacular. Nosotros también comimos aquí, hasta dimos
una mano pelando ajo y cortando tomates. Todo es masivo. Las ollas podrían
hacer de jacuzzi en cualquier casa. Hay dispensers con chai gratis todo el día.
La comida es básica pero rica, siempre sirven arroz con leche.. que rico el
arroz con leche!
También hay donde
dormir gratis para todos. Los indios se tiran en el piso del templo, a los
extranjeros los ponen todos juntos en pequeños cuartos.
Mi segunda noche decidí
probar dormir afuera, al lado del lago bajo la luz de la luna. Allí conocí un
chico indio que venía de dar exámenes y antes de volver a su pueblo pasaba la
noche en el templo. Me explica un poco sobre la religión Sikh. Los lideres
llamados Gurús, fueron humanos hasta el decimo, que decidió que su sucesor
sería un libro. Es ese libro el que se exhibe
en el templo de oro en medio del lago. Pero no es un libro cualquiera, a
medianoche una multitud se convoca para llevar el libro a dormir. Es que tiene
una cama, con aire acondicionado y ventilador. Yo soy testigo de este fenómeno.
Mientras el libro duerme, limpian el templo de punta a punta con agua y leche.
A eso de las tres el libro se despierta (o lo despiertan?) y lo llevan de
vuelta al templo.
Justo mientras esto
sucede hablábamos de India y lo fuerte que es la familia y la tradición, que
deja poquísimo margen a la libertad de los jóvenes. Viven una competencia feroz
desde la escuela y cualquier paso en falso puede ser terrible. Todo los jóvenes
con los que hablo tienen terror de salirse del esquema que la sociedad les
presiona para que sigan. Pero India sin toda su tradición no sería India… no
habría quien lleve el libro a dormir.
A eso de las cuatro
nos dimos una inmersión en las sagradas aguas del lago (el néctar le llaman).
Es una noche especial
en la que mi corazón se va despidiendo de India.
Después vendrán días
en la alocada Delhi, donde Klaus queda tirado con salmonella y yo aprovecho a
escribir esta larga crónica.
Dejo este país con una
hermosa confusión, una humana confusión. El que llegó no es el mismo que se va.
Así sintetizo India.
Pero no hay tiempo
para nostalgias. Lo que se viene es igual de intenso. Me espera un ansiado
abrazo maternal en California, desde donde empiezo a pedalear un largo regreso
a casa.
Cruzar Latinoamérica a
pedal es un anhelado sueño para mí. De a poco sentir que las cosas se vuelven más
familiares, hasta despertarme una mañana con ese viento que canta en mi Rio
Gallegos querido.
Pero no voy solo,
tengo un acompañante de lujo. En tiempos donde esta enferma sociedad lleva a
que hermanos se peleen por plata, el mío se me une par que escribamos juntos
paginas imborrables en nuestras vidas. Qué más puedo pedir?
Como dice
Arbolito..Volver… no hay nada más lindo que hacer..
Con el cariño de
siempre.
Gran Abrazo!
Pablo
domingo, 25 de mayo de 2014
Mi Vida India
Ay India
Yo te
pienso
El universo
Que me enseño
el aula
No me deja
ver el tuyo
Lógica y razón
hacen de yuyo
Y yo
hormiga
No te veo, ni te siento
Sí me encontré
miseria
Que se volvió
evidente
No estaba
en tu basura
Ni en tus
pies embarrados
Es el deseo
El nunca
suficiente
Que pobre
Mi mente
Y sigo
caminando
En una
jungla con anteojos
Hasta que
me choco con mi destino
El tuyo y
el mío
Flotando en
el Ganges
En su
sagrado fluir
Quema la
carne
Que ayer
fue estrella
Y mañana
quien sabe
Y yo me
hago problemas
Y me la
paso buscando
Entonces
paro
Paro y tal
vez acepto
Solo por
momentos
Que la
lucha es absurda
Levanto la
cabeza
Bajo los
brazos
Dejo de
medir
De medirme
Solo por un
rato
Ahí estaban
Las montañas
imponentes
El blanco
impecable
Eterno
Contrastando
con tus plegarias
que alguna vez
fueron coloridas
Ella va despacio
Caminando el sendero
Cargada de
pasto y arrugas
Y me sonríe
Entonces India
Ya no te
pienso
Ni te
explico
Te siento
adentro
jueves, 13 de febrero de 2014
Al fin un poco de inspiracion Vol VII
‘El buscador que sabe lo que busca jamás puede
descubrir aquello que le es desconocido’
Krishnamurti
Cuesta mucho escribir cuando la cabeza también
se va de viaje. El camino por Medio Oriente fue inolvidable, por la gente, los
contrastes, el vivir en una tierra donde el día a día del hombre está marcado
por un libro escrito por Dios.
Tradición y modernidad se muestran los dientes.
La religión oprimiendo al pueblo. Pero, ¿cuan libres somos los abanderados de
la libertad?
De Irán a la India… me pongo el gorro, sino se
me vuela le peluca.
Bienvenidos al
Bazar
Se abre la
puerta. Hay una gran sala completamente alfombrada. Es espesa, colorida. No hay
muebles, solo almohadas. Nos descalzamos y lanzamos a esta pileta de suavidad y calidez.
La sensación es hermosa, tal vez recuerdos de la niñez cuando jugar y estar en
el piso era la regla.
‘Salaam
Alaikum’ entra el padre saludando. No le dan las manos, trae té y un banquete
de frutas.
A Mehdi y
Behzad los conocimos en Turquía. Ellos estaban viajando en bici por unas
semanas y quedamos en contacto para cuando llegáramos a Tabriz, la primer
ciudad grande en nuestro paso por Irán.
Tabriz supo
ser una ciudad importantísima en tiempos donde las sedas y las especias eran
valiosas y viajaban en camello. Cuenta, entre otras cosas, con el bazar más
grande del mundo.
Apenas
llegamos a la ciudad, en un ratito, chocan civilizaciones. La gente no para de
mirarme y no entiendo bien que pasa hasta que unos chicos se me acercan y me
dicen que es por la musculosa.
Nos conectamos
a internet y descubro que la mitad de las páginas que quería entrar están
bloqueadas. Facebook, You Tube, diarios de Argentina, hasta mi blog! Le
pregunto al dueño del ciber que pasa. A través de Google translate me explica
que en Irán el gobierno bloquea todos estos sitios. Después abrió un programita
llamado Proxy, cambio el IP de la conexión y todo solucionado.
Le
escribimos a nuestros amigos que contestaron rápidamente (vía Facebook!) y
quedamos en vernos por la tarde. Cuando fue la hora de pagar, el dueño nos
dice: ‘No, no, you are my guests’ Sorprendidos dijimos gracias y nos
fuimos…primera experiencia con un Taarof
Taarof: Los iraníes son muy hospitalarios, pero
también tienen esta extraña tradición de ofrecer cosas solo como un gesto de
cordialidad, pero en realidad no te lo están ofreciendo. Ej.: Vas a pagar en un
restaurant y el dueño dice ‘sos mi invitado’, pero está esperando que le pagues
igual. Es solo un gesto. Confuso. Estuvimos semanas sin saberlo…
Caminamos
un poco por las calles. Los que saben ingles se acercan a charlar. Un joven que
necesita escupir su bronca contra el régimen nos acompaña unas cuadras. Luego
fue el turno de un joven mas amante de la guerra y la religión.
Fue el
momento de encontrarnos con nuestros amigos.
La casa de
Mehdi esta perdiéndose un poquito por los callejones de la ciudad. Son tan
angostos y parecerían carecer de toda lógica. Las mujeres (hermanas y madre) en
el primer piso, nosotros vamos al segundo. Solo pudimos ver a la madre alguna
vez que se acercó a traer té. ‘Las mujeres en el Islam son como un diamante que
solo muy pocos hombres tienen derecho a ver y tocar’ me comentaría una señora
religiosa en Omán.
La
experiencia con los chicos fue inolvidable. Nos recibieron como reyes. Tan
atentos que es imposible no sentirme un egoísta.
Nos
deleitaron con la exquisita comida iraní. Conocimos sus amigos que rápidamente
nos adoptaron como uno de ellos. Visitamos el bazar, en un día feriado!. Solo
estaban los vendedores de alfombras. Hechas a mano las alfombras persas son tal
vez las más exclusivas y caras del mundo.
Me acompañan
a saludar a mi amigo Azim? No es cualquier hijo de vecina. Acababa de llegar de
Nepal, hizo su 12da montaña de más de ocho mil metros de altitud, sin utilizar
oxigeno! Quiere ir por las dos que le faltan para hacer las 14 montañas más altas del
planeta.
Como no
ir!. Un muchacho tranquilo, sonriente y de pocas palabras, abre la puerta y nos
invita a entrar. Cuadros de montañas y el hombre batallando para conquistarlas
decoran toda la sala. Estamos ante una eminencia de la escalada. Sin embargo
Azim se levanta, busca fruta y pasa ofreciendo a cada uno de los que allí
estamos. Luego siguió el té y más tarde dulces iraníes. Las charlas son en
turco por lo que nos perdemos un poco las anécdotas. Después de un rato
saludamos y pegamos la vuelta. Mi admiración por un tipo que emana genuina
humildad, cuando hace lo que muy pocos… coquetear con la muerte para estar un
poquito más cerca del cielo.
Un rato
tirados en la alfombra. Vamos? Naaaa. ‘Chai?’ Yes!
Visitamos
Kandovan, un pueblo construido dentro de piedras que salen de la montaña. Como
dedos de roca, un espectáculo de la naturaleza. Perforadas a mano por dentro,
para dar refugio en el frio invierno y sombra en el caluroso verano del
desierto.
Nunca te
queres ir, pero siempre te vas. Las despedidas se vuelven costumbre. Te
acostumbras a barajar y dar de nuevo. Eso no significa que no se sienta un
dolorcito en el pecho cada km que la bici se aleja.
Llego la
hora de partir. Divertido fue cuando , en muestra de agradecimiento, Fede le dio
la mano a la madre de Mehdi, que casi se
muere e la incomodidad, ahí aprendimos la lección.
Como no
podía ser de otra manera los chicos pedalearon con nosotros por 30 kms hasta
que estuviéramos en la ruta correcta. Tessekur ederim mis amigos!!
20 Cucharadas de arena, 5 gramos de opio y una
cabeza de oveja
Podíamos ir
hacia el este, por la ruta principal a Tehran, pedaleando por el llano. También
podíamos ir al sur, bordeando Iraq, por rutas montañosas que nos llevarían a Kurdistán.
Nuestra elección fue la segunda.
Apenas
salimos de Tabriz el escenario se viste del medio oriente de la televisión.
Horizonte gris de arena que vuela, construcciones a medio hacer con
inscripciones en persa, las montañas todavía lejos.
Acampamos
en un parque (una de las pocas veces que usamos la carpa en Irán) y un chico
junto a su tío nos trajeron Kebab para cenar. Los cuidadores del parque son
tres chicos sordomudos que tienen una pequeña cabina donde nos invitan a tomar
té. Me fascina ver como se comunican. Ellos contentos con sus huéspedes.
El tío del
muchacho es medio milico y me incomoda un poco, insiste en que nos quiere traer
el desayuno por la mañana. Al día siguiente se aparece con una cantidad de
comida para alimentar un ejército. Hay un antes y un después de probar la crema
de leche de búfala, con miel, nueces y zenguek (el pan local, siempre
calentito).
De nuevo en
la ruta la tormenta de tierra y arena es insoportable. De nuevo camellos!
Recuerdos del Sahara invaden mi mente por un instante.
No daba
para mucho más cuando unos chicos nos paran en la ruta y nos invitan a tomar té.
‘Claro que sí!’
La cara
tapada de tierra. La casa de Ali no está mucho más limpia pero por lo menos no
hay viento. Ali es un gordo grandote que no habla ingles. Vahid es flaco y
chiquito. Tomamos chai y comimos Kebab. Era mediodía pero dadas las condiciones
no volveríamos a la ruta.
‘Vieron
‘The Stoning’?’ pregunta Vehid. Resulto ser una película durísima. La historia
real del apedreamiento de una mujer en un pueblo de Irán, que luego casi de
casualidad pasaríamos en nuestro camino al sur.
Más tarde
nos fuimos los cuatro a la pileta. Las mujeres por la mañana, los hombres por
la tarde. Es una pileta climatizada donde además hay sauna y jacuzzi. Bien
popular. Bueno para aflojar y limpiar el cuerpo. Dentro del sauna los hombres
se hacen masajes entre sí. Ali se ofreció y tiro su kilaje para aflojar los
nudos de mi espalda.
Ya bien
entrada la noche volvimos a la casa. Cenamos y después vinieron algunos amigos
de los chicos. El opio es muy popular en estas tierras y nuestros amigos
fumaron hasta el amanecer! Dormir no fue fácil, mas teniendo en cuenta que a
las siete de la mañana nos levantaron para ir a desayunar algo exquisito:
Kalapache! En una olla, dientes, lengua, cerebro, musculo, todo lo que se le
puede encontrar a la cabeza de una oveja. Todo cortadito y hecho sopa. ‘No
gracias chicos, estoy bien con el chai’. El olor todavía me persigue.
Volvimos,
dormimos un poco más y arrancamos.
La tierra de los Kurdos
El frio,
las montañas y los kurdos. Todo se vino de golpe.
Como no
enamorarme de Kurdistán? Ya nos habían advertido: ‘ Los iraníes somos
hospitalarios, pero los kurdos son otra cosa’
Son un
pueblo que esta desparramado entre Siria, Turquía, Iraq e Irán. Cuentan con una
cultura propia muy fuerte que los ha llevado a luchas eternas contra fronteras
que no representan pueblos.
Uno los ve
con esos simpáticos pantalones bombachudos, muy parecidos a nuestras bombachas
de campo. El bigote siempre esta, cuanto más grueso mejor. El tema con la mujer
es mucho más relajado, se acercan, sonríen, hasta tal vez hablan. Las ropas son
mas coloridas, alegres.
Una de
nuestras primeras noches en estas tierras caímos en las manos de la ‘Red
Crescent’ (como acá son musulmanes no tienen la organización Cruz Roja, sino la
‘Medialuna Roja’). La guardia está feliz de recibir visitas (tal vez
demasiado?) Sin dudas dormir aquí fue una experiencia única. Luego se repetiría
más adelante. Los médicos, el chofer de la ambulancia, los enfermeros, están
con un nivel de excitación tremendo. Nos tratan de lujo. Una ducha caliente y
un cálido cuarto donde dormir.
‘Sexy
movie, sexy movie’ dice uno entre risas y pone una película porno
(completamente ilegal en Irán). La situación no podía ser más bizarra! En medio
de las montañas, a poquísimos kilómetros de Bagdad, allí estábamos con un
equipo de rescate mirando.. sexy movie!. No duro mucho, a las 22 jugaba el Barcelona.
A la mañana
salimos a comprar pan fresco en la ambulancia. Esos paseos que no podes dejar
de pensar ‘espero no tener que subirme a este vehículo en otra circunstancia’.
Desayuno y despedida.
Me sigo
riendo solo de ese día.
Una de las
consecuencias de las sanciones a Irán por su programa nuclear es que no
funcionan las tarjetas de crédito ni de debito, por lo que uno debe entrar con
todo el efectivo e ir cambiando en las casas de cambio que encuentra. Pero a
veces no se encuentran!
No hay cosa
más fácil que viajar sin plata en Kurdistán. Vivimos dos días de prestado por
la imposibilidad de cambiar.
En Divandarreh
los profesores de ingles de una escuelita nos llevaron a almorzar y tuvimos una
interesante charla, tocando temas de religión, economía, etc. A mí me sigue
sorprendiendo como se puede vivir en mundos paralelos. Cuando alguien responde
‘ es así porque está en el Koran’ no hay respuesta, simplemente se puede
aceptar como dos individuos que hemos mamados dogmas, experiencias que
condicionan nuestra visión de la realidad. (Cual es la realidad?). Siempre
pensaba que la visión cerrada y limitante era la otra, hoy siento que todos de
alguna manera tenemos un Koran.
Filosofía
barata y zapatos de goma cantaba El Potro! Volvemos a la ruta
Los profes
terminan hasta dándonos un poquito de cambio por si necesitamos comprar algo.
Se nos hizo
de noche y el destino nos puso un pueblito de adobe a la izquierda, que parecía
una caja de bombones: hay que abrir y disfrutar. Nos metimos por las callecitas
que apenas entraban las bicis. Las paredes marrones con escrituras.( El
alfabeto árabe tiene algo que me atrapa, es artístico, las curvas, la
continuidad, las formas, no lo sé..). Preguntamos por la mezquita, siempre una
opción para el vagabundo. Aparece Mr. Nacer y nos lleva a su casa.
En un
cuartito al lado de una sala más grande nos sirven comida y chai. En la sala se
están juntando los hombres del pueblo. Nunca entendí lo que pasaba pero igual
se los cuento. A medida que entran los hombres todos se paran a dar la mano y
van formando un gran círculo. Hay mucho silencio. Se sirve comida (arroz con kebab..
para variar jaja) y chai. Sentados en la alfombra cenan y de repente. PUM!
Empiezan a hablar todos a la vez por unos segundos, se levantan, se despiden y
salen de a uno… loquísimo.
Después de
esta exótica cena Mr. Nacer nos lleva a lo de su hijo Aio, donde nos espera mas
chai, frutas y… televisión satelital!. Mirar tele en ingles me hace sentir un
poco más cerca de casa.
Pasamos la
noche en lo de Aio y al día siguiente seguimos nuestro camino.
Visitamos
Sanandaj, la capital de la provincia kurda.
Nos
hospedaron unos jóvenes kurdos de muy buen pasar, donde el chiste era ‘ tu papa
maneja un tractor’. Los pantalones que tanto me gustaban en la capital son poco
cool. Trabajar en el campo tampoco. La vida simple y rural es menos preciada
por las nuevas generaciones que buscan las luces de la ciudad. Los chicos
quieren más occidente.
El contraste campo-ciudad es muy grande. Es
que en la ciudad las reglas del Islam son llevadas al límite, hasta romperlas.
Las chicas se tapan solo la mitad del cabello, dejando ver mucho maquillaje y
un hermoso trabajo en la peluquería. El manto que debería cubrir el cuerpo
ahora es ajustado al cuerpo. Hasta hay fiestas clandestinas con música y
alcohol.
Anécdota de
color fue ir a comprar alcohol de contrabando. Una botella de vodka armenio
requiere un operativo que ni los traficantes de coca hacen!
Seguimos
por las montañas, ya saliendo de Kurdistán. No volveríamos a encontrar gente
como los kurdos, dudo que la vuelva a encontrar.
Barack te mande un txt, encontré las bombas!
El gobierno
iraní tiene miedo. Un gobierno con miedo es, en el mejor de los casos, molesto.
Desde
nuestra entrada a Irán nos hicieron sentir controlados. Algunas preguntas en la
frontera y a los pocos kilómetros de entrar al país un señor nos para en medio
de la ruta y dice ‘Esperen que llamo a la Policía’ (el famoso gordito buchón).
Nos toman los datos y seguimos..
El control
se hizo más intenso en nuestro paso por Kurdistán. En lugares donde hay mas
disidentes no divierte tener extranjeros paseando.
La noche en
la ‘Red Crescent’ nos vino a visitar la policía dos veces. Primero policías
comunes y después de civil, la policía de investigación. ‘Que haces en Argentina?’
‘A donde van?’, etc. Fue gracioso que apenas entraron preguntaron si nos podían
sacar una foto. Yo medio distraído (en Arg Boludo), me acerco a Fede, lo abrazo
y sonrío para la foto, como si fueran curiosos que generalmente piden sacar.
‘No no, sin reír y contra la pared blanca’ ‘Ouuuuuu’ (Imagínense si hubiera
llegado la policía en medio de la sexy movie! Era un escándalo!!).
También
estuvo la policía en nuestro almuerzo con los profesores. Mientras íbamos para
la casa recibieron un llamado donde les preguntaban quieres éramos, adonde
estábamos yendo, etc. Cuando entramos en la casa, se cierra la puerta y se saca
la batería del celular.
Más curioso
aun fue cuando en la cima de un paso de montaña desde una camioneta de la
policía lo llaman a Fede que llegaba primero: ‘Vos sos el argentino?’
Un poquito
de intimidación. Yo soy el espía del Mercosur!
Lamentablemente
íbamos a tener que tratar bastante con la policía por que nos habían dado visas
de solo 21 días y nuestro plan era estar casi dos meses… y las extensiones las
hacen los de uniforme.
Decidimos
probar de extender por primera vez en la ciudad de Hamadan. Aquí nos alojo
Nader y su familia. Fue una experiencia hermosa, el calor de una familia que te
abre los brazos sin saber absolutamente nada de vos.
Nader
decidió acompañarnos a la policía para hacer las extensiones. Poco amigables,
pero cuando empezó el interrogatorio. Con Nader de traductor el oficial hace
preguntas incomodas queriendo saber hasta a que le sacamos fotos.
‘A donde
durmieron anoche?’ Traduce nuestro amigo iraní. Nosotros estábamos durmiendo en
su casa!! Pero parece que al gobierno no le gusta la idea de extranjeros dentro
de las casas. La improvisación no es mi fuerte , la cara de Nader pedía a
gritos una rápida mentira. Tartamudeando digo el nombre del último pueblo donde
paramos antes de venir a la ciudad, unos días atrás. De casualidad esa fue una
de las pocas noches que pagamos un hostal barato, con lo que el oficial quedo
satisfecho con el nombre. Paso..
El
interrogatorio siguió con profesión, financiamiento, etc.
Después de
todo este estrés los señores decidieron que no nos podían extender por que aun
teníamos cuatro días hábiles en la visa…
Mejor para
nosotros. Pudimos disfrutar unos días más de la vida familiar y recorrer un
poco la ciudad.
Volvimos
después de dos días a la comisaria, esta vez sin Nader para que no haya
sospechas. La cara del policía cuando nos vio entrar no fue un buen augurio. Después
de un rato de espera, nos fuimos con solo dos semanas más de visa… Íbamos a tener que volver a lidiar en una
segunda extensión.
Nos despedimos
de Nader y la familia y seguimos camino al sur.
Once upon a time Persia
Seguirán
días de temperaturas rozando el cero, lloviznas, hostilidad. Pero con la
hospitalidad iraní pedalear es mucho más fácil. ‘Guests are a gift from Allah’
Un iraní
que estudia en Italia, Vahid, nos rescata de la ruta cuando se nos venía la
noche y nos malcría con su familia durante dos días. Otro señor nos ve
recuperando temperatura en un puesto de chai y nos lleva a su casa, al próximo día
nos consigue un flete para llevar mi bici hasta la próxima ciudad, el eje de la
rueda delantera dijo basta. Así conocimos la ahora famosa Arak (por el reactor
nuclear). El mecánico que me arregla la maza (que hacia ruido hace 4mil kms!) después
nos acompañó hasta afuera de la ciudad pedaleando, y por la tarde cuando ya
estábamos a mas de 70 kms de Arak, se aparece en su auto con dos bolsas llenas
de nueces… no sé si me explico… manejó 150 kms para traernos nueces!
Son días en
los que estoy muy tranquilo en el silencio y descanso un poco en mi compañero
de ruta. Pero la gente espera que hables mucho. ‘Estas bien?’ Estas triste?’ Es
que el silencio incomoda. En un viaje tan largo uno no puede estar siempre a
mil y aunque me gustaría poder dar toda mi energía en cada encuentro hay
charlas que se vuelven repetitivas, y hay veces que simplemente disfruto la paz
del observador.
…
(silencio)
Cada recuerdo que tengo de Irán esta acompañado
de alguien que nos abrió los brazos y
nos ofreció hasta lo que no tenia... no quiero ser injusto.. . por eso se me está haciendo larguisimoooo…
Pero no se
pierdan el final, donde gana el villano!
Luego
vendría un rápido paso por Isfahán, una ciudad hermosa, por sus jardines,
plazas y mezquitas.
De las montañas
al desierto. Otra noche en la ‘Red
Crescent’ no menos excitados que los anteriores (será un requisito cuando los
reclutan?), esta vez nos escoltaron por la ruta con sirenas y gritando nuestros
nombres en el alto parlante… Jugamos ping pong y dormimos tapados de frazadas
en noche bastante heladas.
Llegamos a
Yazd pasando por pueblitos hermosos, oasis de palmeras, casas de adobe, mujeres
de negro caminando por callejones.
Aquí
tenemos que renovar la visa. Es nuestro último día. Vaya suerte agarramos un
feriado de cuatro (si cuatro!) días. Hablamos con un oficial por teléfono y nos
dijo que lo veamos el primer día hábil. Nada que hacer. A disfrutar un
espectáculo único.
En el mundo
musulmán la principal división es entre Shiias y Sunnis. Las diferencias surgen
con la línea de liderazgo religioso
luego de la muerte del profeta Mohammed. Los Shiias siguieron a Ali, yerno del
profeta. Hussein, hijo menor de Ali, luchó contra quienes no lo reconocían como
sucesor (Sunnis). Lo que se conmemora en este día es la muerte de su mártir en
combate.
El mundo Shiia se viste de luto. Diez días
donde todos están de negro, se llora la muerte, se llora en serio. Se
autofragelan en una ceremonia con cadenas (es como una simulación golpeándose
la espalda). Las calles están vivas, se reparte chai, dulces y comida gratis
durante días. Hay bombos y banderas. Se sacrifican animales en la vereda.
Yazd es
particularmente especial, por que conserva mucho la arquitectura árabe y hace
todo más espectacular. Mientras me perdía por callejones y me deslumbraba con
las mágicas cúpulas de las mezquitas me cruce con un camello rodeado de gente.
Horas más tarde un turista me mostraba el video de su triste final. La bestia desplomándose
en medio de la calle luego de que un hombre le cortara el cuello.
Con motivo
de la conmemoración la ciudad está con mucho turismo, nadie se lo quiere
perder. Pero la lógica capitalista a veces no aplica. Unos ciclistas alemanes
que conocimos nos dijeron que si íbamos al Silk Road Hotel nos darían
alojamiento y desayuno gratis., solo por estar viajando en bici. Suena raro… ‘business
is business…’ El Hotel es lindísimo, no porque sea lujoso, tiene un patio
interno gigante, donde se respira Persia. Apenas le decimos al dueño que
estamos viajando en bici nos dice ‘Me fijo si hay camas y les digo’. Nos dio
las últimas dos camas del dormitorio, esas que podía cobrar más caro porque
eran las ultimas que le quedaban en tiempos de alta demanda…gratis… todos los
días que quisiéramos.
Para hacer más
interesante el hotel, durante estos diez días, todas las mañanas, a partir de
las cinco, un hombre de la religión dirige una ceremonia, con altos parlantes!
Todas las habitaciones tienen puertas al patio interno donde se realiza el
evento. Hombres y mujeres se acercan temprano, y mientras desayunan recuerdan y
lloran a su héroe.
Con el
feriado finalizado fuimos a ver a nuestro amigo policía. Resultó ser uno súper simpático
y de buen ingles. Por fin! Esta segunda extensión nos iba a llevar unos cinco
días, por lo que nos hicimos un viajecito en bus a Shiraz, con Markus y Denis,
dos amigos italianos que conocimos en el Silk.
Cerca de Shiraz
se encuentra Persepolis, la que supo ser capital de los Persas (el nido de los
malos!, de paso, por que los persas siempre son los malos??). La ciudad no es
grande y tiene una excelente vista de todo el valle. Como quedo tapada bajo
tierra se ha conservado muy bien.
De chico
una de las primeras novelas que leí por mi cuenta fueron los libros de
Alejandro Magno. Sus interminables batallas contra los persas eran un viaje
para mi imaginación. Los guerreros, las estrategias, las conquistas. Esta
ciudad en ruinas fue prendida fuego en el 600 AC por el mismísimo Magno luego
de derrotar a su eterno rival. Mágico.
Volvimos a
Yazd ( que cómodo es viajar en bus!! Pero que desconexión también!)
Buscamos
los pasaportes. Veinte días más en Irán son más que suficientes para llegar al
golfo persa. Contentos. Le metimos. Por tres días nos llovió… en el desierto!.
Fuimos parando en mezquitas. En la capital del pistacho nos paro el director de
deportes y nos llevo a que nos hagan entrevistas en TV y diarios. Acá en India conocí
un chico que nos vio en la TV iraní!.
Antes de
volver al mar teníamos que cruzar los Zagros (cadena montañosa que cruza buena
parte de Irán) . Vistas desde arriba , las montañas parecen el lomo de un
cocodrilo. Es un lugar hermosísimo, tantas formas y colores, por momentos hacen
un escenario marciano.
Finalmente,
después de casi dos meses en Irán, bajamos al nivel del mar… y al calorcito!
Llegamos a Bandar Abbas, nuestro puerto de salida. Aquí tomamos el ferry que
cruza el golfo, para dejarnos en los Emiratos.
Entendiendo Irán
Quienes son
esos dos? Es lo primero que uno se pregunta cuando ve los cuadros de Khomeini y
Khamenei en el puesto fronterizo. Sus caras uno las termina viendo hasta en el baño.
Los dos barbudos, con turbante y una seriedad intimidante.
Lideres
Supremos. ‘Ustedes voten presidente, pero el que manda soy yo’. Luego de la
revolución islámica en los 70’ la vida de los iraníes cambio para siempre. Serán
presos, a mí entender, de una dictadura religiosa.
Primero con
Khomeini, líder islámico de la revolución y tras su muerte Khamenei (todavía en
poder). Estos señores tienen la última palabra en el país. Así es como uno se
encuentra con un país que recibe un control estatal ridículo, a través de la policía, para
que el comportamiento de la gente no se desvíe de lo que estos hombres
interpretan del Koran.
Yo les
quiero dar algunos ejemplos de leyes que existen aquí: La ya conocida ley de
mujeres obligadas a cubrir todo su cuerpo y su cabello, hasta hace poco hasta
el maquillaje era ilegal. Bajo ninguna circunstancia un hombre y una mujer
deberían estar solos salvo que sean matrimonio o familiares (ni siquiera pasear
en auto!). La música y el baile no existen, son cosas que quitan el foco de atención,
que siempre debe estar en el todopoderoso. Obviamente tomar alcohol es
completamente ilegal, y de encontrarte con una gran cantidad sospechosa de tráfico
puede existir hasta pena de muerte.
Irán es un país
muy complejo. Está formado por diferentes pueblos que no comparten la misma
cultura. Están la región de Azerbeijan al norte (no el país), con mucha
influencia turca, de hecho hablan turco, los kurdos al oeste, los árabes al
sur, los beluchis al este, los persas en el centro y norte.
Es un país que
cuenta con una enorme clase media, profesional. ‘Nosotros no odiamos a EEUU’
dicen repetitivamente. Es que sus peleas con el gigante del norte significo una
parálisis en la economía y en las oportunidades de los jóvenes. (por mas
injustas las sanciones).
Son estos jóvenes
los que están cansados del control, la religión y las peleas absurdas. Algunos
aspiran a una transición moderada a un estado más moderno cuando el líder Khamenei
deje de existir. Otros temen que le seguirá el hijo, aun más conservador.
No se puede
frenar la ola de un tsunami, y con esto no me refiero que la ola sea buena o
mala, pero la ola viene. Con la globalización, especialmente los medios y las
redes sociales, indudablemente, despacio o abruptamente, la vidriera de
occidente se va a terminar llevando puesto el régimen.
No somos pocos los locos!
Un hombre
de pantalón de vestir gris, remera blanca metida adentro del lonpa. Con una
sonrisa graciosa nos espera al lado de la ruta, a unos treinta kilómetros de la
ciudad más cercana.
Es nuestro
segundo día en Irán, nos quedan unos cuantos kilómetros todavía para llegar a
Tabriz.
El señor se
llama Akbar y está ahí con dos jugos en la mano para nosotros. Nos cuenta que
un camionero le aviso de nuestro paso y se vino para recibirnos. Hace más de un
año que este cazador de ciclo viajeros se acerca a la ruta cada vez que dos
ruedas cargadas van surcando el camino.
Nos muestra
las fotos de todos los ciclistas y son taaaantos! Más de 250! No es increíble?
Vos llegas a Irán después de pedalear miles de kilómetros y te golpeas un
poquito el pecho. Akbar está ahí para decirle a tu ego: ‘Tu no has ganado nada!’
(Chila style)
Después de
haber leído la crónica espero haberles transmitido algunas razones para entender
por qué tanta gente decide pedalear estas tierras mágicas.
El
mar sereno. La luz es de la luna
Delfines
acompañan tu lento andar
Tan
lejos de casa…
Y
ahí aparece el sol, no mucho antes que los rascacielos.
Welcome
to the Emirates
Hello Tomorrow!
Llegar a la
tierra del mañana viniendo de la tierra del ayer es un shock para cualquier ser
humano. Autos nuevos brillantes son lo único que transita las modernas
autopistas de incontables carriles. Los edificios compiten por tocar las nubes más
altas. Todo está limpio y perfecto. Palmeras, playa… esto no es el paraíso?
Estuve
parando unos días en lo del tío de Fede en el emirato de Sharja, al norte de Dubái.
Después de unos días partí para Omán. En el medio visite la embajada Argentina
en Abu Dhabi, donde tramite, entre mates y alfajores, mi segundo pasaporte de
emergencia. Es lindo pisar suelo argentino y que te traten como tal!.
También
tuve tiempo para visitar la reina del show: Dubái.
‘Ain't no
mountain high enough’ suena mientras las aguas danzantes hacen lo suyo al lado
del edificio más alto del mundo. Esto es lo que se respira en los Emiratos: No
hay límites.
Del polvo
del desierto levantaron ciudades en 40 años. Un modelo basado en plata del
crudo y mano de obra barata y a veces esclavizante de millones de indios y
filipinos.
Yo lo viví
como estar en el corazón de un sistema completamente enfermo. Capitalismo puro.
Es la insustentabilidad de todo, no solo por que el crudo un día se termina, o porque
un día los indianos van a pedir salarios dignos. Los desiertos no están hechos
para que vivan millones de personas. Y la vida que allí se lleva no es una vida
austera, simple, es un lugar donde el consumo lo es todo: El shopping más
grande del mundo, islas artificiales con forma de palmera, pistas de esquí cuando
afuera el agua hierve al rayo del sol, supermercados que ofrecen 45 tipos de
naranjas que viajaron desde todos los rincones del planeta para llegar a la góndola.
Es irónico,
los jeques le gritan al mundo ‘somos el futuro’. Si todos decidiéramos vivir
como en los emiratos, algo que nuestra humanidad no tiene seguro, es futuro.
Al margen,
mirar el espectáculo tiene su encanto, no puedo negarlo. Es que es la mente humana jugando con el
planeta, como si fuera plastilina.
Al menos así
lo veo yo! Ajaja
Me despedí
de Fede y sus tíos. El se quedaba en los Emiratos y yo seguía a puro pedal por
la península árabe.
Partí rumbo
a Omán. En un día cruce al otro lado de la península, donde fui a pescar con
unos emiratis. Volvimos sin nada, pero fue una hermosa experiencia, navegando
el golfo de Omán en una mañana planchada.
De Sultanes y Piratas
Bordeando
la costa del golfo entre a Omán. La primera impresión es la de un país mucho más
humilde que el vecino y con una cultura mas conservada.
Acá también
explotan trabajadores asiáticos, hay hasta campos de trabajo!. La diferencia es
que la plata no viene del petróleo sino de extensas reservas de gas natural.
Muscat es
una ciudad hermosa. La parte vieja es una pequeña bahía rodeada de montañas.
Los edificios conservan la arquitectura tradicional. Este lugar fue testigo de
grandes batallas entre quienes se peleaban por controlar los mares, ingleses,
holandeses, portugueses y hasta piratas se dieron sus vueltas por aquí.
Omán es un país
atravesado por una cadena montañosa, algo que sorprendió completamente,
pensando que esta región no era más que arena.
Con Aziz, un
omaní que me alojo por unos días, hicimos un lindísimo trekking en un wadi.
Estos wadis son como valles por donde baja el agua cuando llueve en las montañas.
Después fue
tiempo de quedarme con Rachel, Tony y sus hijos. Una familia de
norteamericanos, profesores en la universidad. Como era víspera de navidad, me
llevaron a unas cuantas fiestas. Como en las películas, los nenes corriendo,
los padres charlando, quiero más ponche!
También
tuve la oportunidad de ir a ver la opera al Royal Opera House de Muscat.
Gracias a Jenny, una amiga colombiana que junto a su madre me pararon al ver mi
banderita argentina, tomamos un café y tuvimos una hermosa charla de la vida.
El esposo de Jenny trabaja en la Opera y ella me ofreció ir a ver la obra María
Stuarda.
A la opera
hay que ir elegante. Se imaginan que esa palabra no la conoce mi vestuario.
Tony, el norteamericano, me vistió con su ropa. El detalle: Moño, si señores, a
la opera de Moño!
En el espectáculo
conocí a Felipe y Euge, dos argentinos que viven en Muscat que días más tarde
me invitarían a comer unas empanadas riquísimas y caseras! Genios!
En una de
las fiestas de navidad también conocí a Quique y Roci. Una pareja de españoles
con los que pase unos días realmente únicos. Estuve unos días parando en su
departamento, y basto para que me encariñara. Son chicos sumamente simples,
puros.
Un día
Quique cargo sus dos perras a su ambulancia transformada en campervan y dijo:
Nos vamos a la playa!... Fue una hermosa despedida de estas tierras. La pesca
fue pobre, pero la compañía y el escenario no podían ser mejor, con la playa
toda para nosotros, las áridas montañas haciendo de anfiteatro, las perras
corriendo libres, felices. El sol se esconde a nuestras espaldas.
Sale un
pescadito!, pero no alcanza para la cena.
Y de
repente una luna enorme aparece detrás del mar, un verdadero amanecer lunar.
Para completarla, un hermoso fogón.
Otra
despedida triste y partir. Un avión me llevaría al otro lado del mar árabe para
desembarcar en un nuevo mundo.
El caos es armónico. Como quien sonríe bajo una
lluvia torrencial, pedaleo extasiado. Voy flotando y el ruidoso tráfico no me
puede tocar.
El olor de las calles, los árboles milenarios
que llegaron antes y nadie los molestó, la gente, los templos, la basura, las
vacas.
Es tan humano, todas las virtudes y defectos de
una raza tirados en una callejón.
Bombay promete tiempos inolvidables. Después de
casi un año y medio en ruta, India me recibe con un cachetazo. Cuando pensaba
que empezaba a perder la capacidad de asombro, golpeo la lona.
Atrás quedó Medio Oriente… que con el paso de
los días, ya lo empiezo a extrañar.
Perdón por
mi falta de síntesis!... y gracias por
todas las respuestas, comentarios, mails. Aunque no respondí todos, lo leo y lo disfruto muchísimo.
Como
siempre, con el corazón!
Pablo
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