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viernes, 9 de agosto de 2013

Al fin un poco de Inspiracion Vol V

Medialuna y estrellas. El tambor suena en la calurosa madrugada turca. Caminamos por las callecitas del pueblo avisando a los ayunadores del Ramadan que aprovechen para comer antes que el sol lance sus primeros rayos. Después de mas de cuatro mil kilometros desde que salí de Roma se ve en el horizonte un nuevo mundo, el elefante asiático asoma.Sigo sin entender bien todo lo que pasa en este camino, por momentos creo que vivo una realidad paralela, una fabula que inventa mi cabeza. Fantasía o realidad? Poco importa cuando solo se trata de viajar.


Reflexiones en el aire


En siete horas de vuelo el avión cruzó medio continente africano, que a mi me llevo cinco meses de pedaleo. Mirando por la ventanita del Airbus era inevitable pensar en la relatividad del tiempo y la distancia. Cuántas historias se les pueden robar a esas pocas horitas?
Las dunas del Sahara parecen tan inofensivas desde la altura, casi suspendidas.
‘No me arrepiento de un solo día en la ruta, pero tampoco los quisiera repetir’ me dijo Dan mientras lo cruzábamos en días difíciles de viento y arena. La frase tomaba mucho sentido desde ahí arriba.

Nostalgias Romanas


Bajé de mi vuelo en el aeropuerto de Roma y esperando mi bici, o lo que quedara de ella, llegaron los pasajeros de Aerolíneas Argentinas. Argentos por todos lados!! Me sentía raro, rarisimo, no sabia si quería ponerme a charlar o no, una parte de mi quería también escapar. En el bus al centro de la ciudad tenia atrás tres chicos de mi edad que venían a vacacionar a Italia. Se sentía la ansiedad y alegría que tenían de llegar a un lugar nuevo. Yo podría haber estado allí tranquilamente, pero me encontraba embarcado en algo tan diferente que me daba vergüenza hablarlo. 
Un argento cincuenton que estaba al lado mio le llamo la atención mi casco de bici. ‘A India?’ ‘Si’, ‘En bici?’, Si. Se rió y ahí se termino la conversación.
Una vez en el centro de Roma me encontré con Guille, el armenio, amigo de mi antiguo trabajo en LAN, que me vino a visitar unos días  Metí a mi cabeza en un gran lío  En medio de esta aventura me junto con este amigo y es como si el tiempo no hubiese pasado, como si estuviéramos tomando una cerveza en un día de oficina, con la diferencia que después el se vuelve a Argentina y yo sigo pedaleando para India... loquisimo.
Fueron días donde relaje el presupuesto de vagabundo. Vacaciones con helado, pizza y cerveza. Charlamos mucho de la vida mientras caminamos las calles de Roma. Una ciudad fantastica, un monumento a la civilizacion, a pesar de los turistas. La despedida fue particularmente dificil para mi, no solo me despedia de un gran amigo hasta no se cuando, me despedia de Argentina otra vez.


Como en Casa


Monterotondo ya lo conocia de nombre mucho antes de llegar a Italia. Este pintoresco pueblito a treinta kilometros de Roma fue donde estuvo alojado mi amigo (y cuñado ejej) Carlitos en su año de intercambio cuando estábamos en el secundario. Las vueltas de la vida hicieron que ahora fuese mi turno de visitar a su familia. Claudia, Martina y Sara me recibieron como el hijo/hermano viajero que hace tiempo no veían  Fue lindísimo volver a sentir un poquito del calor que brinda el día a día familiar.
Aproveche los días para tramitar la renovación de mi pasaporte en el consulado de Roma. Si ustedes pudieran ver el pasaporte que me dieron (con el que actualmente estoy viajando) les robaría unas cuantas sonrisas. ‘PASAPORTE DE EMERGENCIA’ dice en la tapa. Todo escrito a mano, duración de un año y una foto para mandar al museo (sacada en Sierra Leona con una remera amarilla que antes era blanca, una de esas tardes que el calor y la mugre se ven en el pelo y cara con claridad).
También fue un buen momento para poner a punto la bici. Junto a la estación de trenes se encuentra la ciclo oficina popular de Monterotondo. Le sacamos el polvo rojo africano a ‘La Poderosa’, cambiamos piñon, cadena, cables y la cubierta trasera que estaba lisa. No me quisieron cobrar un euro. Con Noemi (la encargada) empezamos una mini entrevista que termino siendo una lindísma y prolongada charla de la vida. Que bien hace cruzarse gente así en el camino.
Llego el día de partir. Fede, mi amigo italiano que conocí meses atras en Portugal, vino hasta Monterotondo para empezar a rodar en Italia. Las chicas, Sara y Martina, se animaron a acompañarnos los primeros kilómetros hasta que una cuesta marco el fin de la aventura. Allí me despedí de mi primer familia italiana!
De nuevo sobre las bicis. Fede tenía una cita obligatoria en Florencia: debía presentar su viaje en una feria de sustentabilidad a pedido de los sponsors. Hacia allá fuimos. Colinas verdes, bosques, pueblitos medievales estratégicamente erguidos en la cima de las cuestas, el sol y la lluvia primaveral, todos elementos  que marcaron nuestro paso por las pintorescas Umbria y Toscana.
Ya en Florencia nos encontramos con toda la familia de Fede que se vinieron para despedirlo. Paso la presentación con un poco de nervios y cuando se apagaron las luces solo quedaba un desafío .. pedalear!.
Justo antes de partir, la muela de juicio obliga a Fede a posponer la salida. Dejamos las bicis en Florencia y nos fuimos en auto a Ascoli Piceno,  el pueblito donde vive la madre y el tío dentista. Fueron días muy especiales. Una semana en la que disfrute estar en una casa sin hacer mucho mas que leer, ver documentales, mientras afuera no paraba de llover. Pequeños placeres que se pierden en la ruta como sentarse en un sillón o estar todo el día en medias sin salir a la calle.
Con una muela menos volvimos a Florencia. Ahora si, salimos. Rumbo norte pasamos por el parque nacional de la Cinque Terre. El mediterráneo azul profundo choca contra enormes barrancos de piedra y en sus pequeñas grietas, lugares difíciles de explicar que se puede construir algo, aparecen pueblitos muy pintorescos.
La ruta costera nos llevo hasta Portofino, muy cerca de Genova. En uno de los pueblos mas exclusivos de Italia y a metros de la mansión del Cavaliere  me di el primer baño en el Mediterráneo.
Unos días para visitar a Marilu y Mauro, tía y primo de Fede que nos trataron de manera tan afectuosa que costaba encarar la ruta de nuevo.
Después de unas cuestas vendría la ‘Pianura Padana’: Una especie de pampa productiva, llena de plantaciones de cereal, vacas y camiones... como la provincia de Buenos Aires.
 Aprovechamos para pasar a saludar a Roberto Bressan, el cuadrista de bicicletas que sponsorea a Fede. Los ruidos en mi bici me preocupaban y le preguntamos si le podía dar una miradita... ‘hoy se quedan a dormir acá y mañana la revisamos’. A la mañana siguiente descubrimos que la mitad de los rayos de la rueda trasera estaban a punto de explotar... Roberto lo arregló en un ratito (y eso que todavía se sentían las copas de mas de la cena!), salvándome de un gran dolor de cabeza.
Ya del otro lado de Italia llegamos a Venecia. Una visita fugaz para recordarme la increíble capacidad del ser humano para modificar su entorno... y también la de crear un turismo de masas que se roba gran parte de esta belleza.
Antes de entrar a Eslovenia pasamos unos días en los Dolomitis (Alpes). Mi amor por las montañas es irracional. Nos salimos completamente de la ruta a oriente para pedalear por pasos de montaña realmente altos y largos... la belleza del paisaje también demasiado irracional para intentar describirla en una hoja.
Volver a Europa fue volver a occidente, la sociedad de consumo y a un individualismo que duele. Pero también fue de alguna manera volver a mi país  En estos días en Italia conocí gente y familias realmente increíbles que me brindaron todo su cariño. Y no podemos escapar de nuestras raíces  somos muy parecidos. Sin dudas Italia fue como estar un poco en casa.



Infinito


Perdido en las montañas de Toscana se encuentra Boveglio. Un pueblito que vio nacer a mi tatarabuelo. Como no pasar a visitar si una parte de este viaje empezó allí!Llegamos transpirando la subida. Callecitas de piedra bien angostas y empinadas. Nos costó encontrar gente, el pueblo parece dormir una eterna siesta. Caminamos un poco hasta que encontramos un señor sentado en la puerta de una casa bien antigua. Fede hace de traductor y le explica que buscamos algún Iacomini (mi familia materna). Sin decir nada, pero con una sonrisa, el hombre de cabello blanco apunta una casa a unos veinte metros de donde estábamos.

Golpeamos un par de veces, se escucha mucho ruido del otro lado. El viejo portón de madera se abre y del otro lado esta mi abuelo Cacho. Cachito? No entendia absolutamente nada. Que hacia Cachito ahi tan lejos de sus sierras tandilenses? Le di un abrazo enorme y no alcance a preguntar nada que apareció toda la banda, mi abuela, mama, tíos  primos, hermanos. Toda la congregación Iacomini!! ‘Somos unos poquitos los de Argentina’ me dice mi tía Elina. Eran mas de cien personas en el patio interno de una casona.

Mi hermano Tito me cuenta riéndose que llegaron hace una semana a Italia, invitados por una tía italiana que organizo todo y que también pago todo! (Dicen que la tía rica tiene contactos con la Camorra Napolitana).Nos ponemos a charlar con los chicos que están al lado. ‘ We are the Iacomini’s from Chicago’ dice uno en perfecto ingles...Me distraigo de la charla por que lo veo a Cachito contándole el cuento de la buena pipa a un sobrino lejano de Australia que lo mira sin entender mucho ‘ Buina Paipa??’ pregunta... ‘no te dije Buina Paipa, te dije si queres que te cuente ...’ un fenomeno cachito jeje.
El almuerzo, unos spaghettis al dente que se mandan los Iacominis italianos. El postre quedó a cargo de Argentina y es la gloriosa pasta frola de mi abuela Hilda (Cachita). Dos días cocinando estuvo Cachita para tener postre para cien personas.
La tarde pasa conociendo familiares de todos lados del mundo... cual habrá sido la semilla de semejante árbol??, el inicio de esta historia??

Y la luz de la mañana me despertó . Mientras desarmaba la carpa pensaba.. que lastima que en Boveglio no quedan rastros de los Iacomini.. y que rica hubiera estado esa pasta frola..

Y mientras pedaleaba , pensando que escribir,  se me ocurrió que podía inventar un sueño...

Y...

Fe de Erratas: Me informaron que la familia Iacomini no viene de Boveglio sino de Brandeglio... 'eso lo explica todo' solía decir un amigo mío... ajaja

Cometa Veneto


Como de costumbre se nos hacia tarde en la ruta sin un lugar donde dormir. Esa incertidumbre motor de las mas lindas experiencias. El no saber que va a pasar!.
La zona era difícil para acampar libremente, a la derecha un canal de agua que desmboca en Venecia, a la izquierda quintas con mansiones de hace siglos atrás. Transitabamos la famosa Via Veneta..
‘Vamos a tener que tocar puertas’ dijimos mientras nos reíamos de solo pensar al punto que llegamos. Golpear la puerta de las propiedades mas caras del país para pedir un pedacito de tierra para acampar.
Un par de portones sin respuesta hasta que llegamos a uno que estaba abierto. Entro tímidamente a la quinta con la bici y aparece una señora muy simpática  Trato de explicarle lo que necesitamos pero me dice que quien toma las decisiones es el esposo y que el llega en unos quince minutos. ‘ Lo esperamos’ le decimos. Estábamos jugados, el sol no nos regalaba mucha mas luz. ‘Cuando vean un auto chiquito amarillo es el’ nos dice un poco orgullosa de la austeridad del carro.
Finalmente llegó. Dejamos unos minutos para que la señora le explique. Nosotros lo esperábamos afuera del portón.  Cargaba un look desprolijo que nos hacia intuir ‘ este tipo debe ser buena onda’. Se nos acerca y de mala manera pregunta ‘Qué pasa? ’. ‘Ufff le erramos de quinta..’ pensé  Le explicamos y nos dice ‘ Pueden poner las carpas allí  apuntando un pedacito de pasto afuera de su propiedad, al lado de la ruta.
Era más que suficiente para nosotros, pero no dejaba de sorprender que teniendo un parque gigante nos mandara a dormir del lado de afuera. Imagino un acto de defensa natural, de su propiedad, frente a los invasores.
Armamos campamento y nos pusimos a cocinar la cena. El hombre se acerco de nuevo a charlar un ramito  con las barreras un poco más bajas. Yo lo había prejuzgado por su actitud y aquí me mostró otra cara completamente diferente. Nos cuenta que es un productor agropecuario que se ve que le va muy bien económicamente  Lo acompaña su hijo de unos diez años y una nena un poco mas grande que nos miran con timidez. Nosotros le contamos un poco quienes somos y tratamos de responder el famoso ‘Por qué?’.
A los cinco minutos vuelve con una botella de vino y una fuente de rúcula fresca que produce el mismo. Mas tarde grapa y galletitas dulce de postre. No se si se sentía mal por el trato inicial o simplemente le caímos bien, pero el cambio en la actitud para con nosotros era asombroso.
Por la mañana, apenas abrimos los ojos, nos espera paradito al lado de las carpas el nene de la familia. Un gordito de piel muy blanca, tan blanca y limpia que imagino le faltan horas de jugar al aire libre, embarrarse un poco. Nos invita café y galletitas que nos trajo. Nos cuenta que no pudo dormir pensando en nosotros y las ganas de venir a ver que haciamos por la mañana. El quiere ser cheff pastelero pero dice que su papa quiere que trabaje en la empresa familiar. No existe trabajo que le quede mejor en el mundo a ese nene que cheff de tortas de chocolate de cinco pisos. Nosotros no podíamos decirle otra cosa mas que lo que realmente tratamos de hacer con nuestras vidas, ‘no existe compromiso en la vida mas importante que hacer lo que a uno le gusta’...y le robamos una sonrisa grande.
Abrazo y foto de despedida. ‘En cuanto habremos afectado su camino?’ pensaba. Días mas tarde la madre escribió en el blog de Fede que no sabe que le dijimos a su hijo pero que no paraba de hablar de nosotros.



Vidas Alternativas


Muchas veces tengo la sensación que vivimos en un gran juego de ajedrez, con infinitos casilleros y fichas, donde nos han enseñado que hay una sola estrategia ganadora. Cómo es posible?
Hay gente que se anima a jugar diferente, a desafiar la estrategia única  Este es el caso de Dino, un hombre de setenta años que creo Panta Rei, una aldea ecológica frente al hermoso lago Trasimeno. Escuelas de toda la región visitan el lugar para entender sobre vida sustentable y cercana a la naturaleza. Fueron unos días lindisimos que compartimos junto a voluntarios de todo el mundo.
Bajando de los Alpes nos encontramos con otro valiente: Denis. Un joven de mi edad que dejó de ser un asalariado para trabajar la tierra, producir su comida con sus manos y vivir una vida simple y libre.
Yo no se si me veo viviendo mi vida así  pero es lindo saber que las opciones existen y están ahí para quienes se quieren animar a transitarlas.


Hoja en Blanco


El viaje hacia oriente nos llevo a recorrer prácticamente toda la costa croata. El mar Adriático, completamente transparente y frío, es una pileta que choca una playa de rocas y montanias por miles de kilometros. Un escenario bellisimo.
Una de esas tardes vemos a lo lejos una isla conectada a la costa por un angosto camino. ‘ Tenemos que dormir ahí ’. Al llegar nos encontramos con un pequeño faro en la punta rodeado de rocas para saltar al mar y un atardecer para escribir una canción.
Allí pasamos el fin de semana. Durmiendo a la intemperie, leyendo, tomando mate y obviamente nadando. En realidad fue aquí donde volví a nadar. Siempre había pensado que yo era naturalmente malo para nadar estilos, nunca me sentía muy cómodo y un poco había decidido que no era lo mío. Basto que Fede me de un par de tips para que el crol que siempre fue un dolor de cabeza se vuelva algo placentero. Sentir por segundos que realmente me deslizaba en el agua, como el músico que se vuelve uno con el instrumento, fue mágico.
Lo del nado fue solo un disparador. A cuantas cosas le habré cerrado las puertas sin darme cuenta y me estoy perdiendo de experiencias increíbles . Este viaje si hay algo que tiene es que es lúdico, como volver al jardín de infantes y elegir libremente con que jugar, es volver a descubrirse.
Algo en mi había cambiado cuando la tormenta nos saco corriendo del faro.


Sabores de la ruta


Mientras juntábamos frutitos al costado de la ruta en Montenegro, nos cruzamos con dos chicos ingleses, Dan y Lio, que también iban en bici para Turquía y rápidamente decidimos compartir unos kilómetros... terminaríamos compartiendo experiencias lindísimas.


Hotel Albanés


‘De corazón los quiero ayudar, vengan a dormir a mi casa’

No son palabras que sorprendan a quien visito Albania. Este país que parece la Europa de hace un siglo atrás tiene de la gente mas amable y hospitalaria que he conocido. Con esas palabras, Luli, un joven albanés nos invitaba a pasar la noche a casa de sus padres.
En las montañas, una casita del siglo pasado. Con vacas, un burro y pollos en la planta baja, un piso que cruje al caminar y un altillo con maíz secándose. La madre nos recibe feliz, una señora enérgica de unos 60 años, de particular belleza gitana. El padre, un viejito que toma Raki (bebida local de alcohol destilado) y sonríe.
La madre prepara un gran banquete para los invitados. Mata una gallina ante los ojos inocentes de los occidentales que nunca vieron un cuerpo sin cabeza seguir aleteando (Es algo que hay que ver, hay que vivir la muerte del animal que vas a comer, ser consciente que quitaste una vida y después ponerle ketchup). Hay queso y pan casero. Mucho brindis. Mucho Raki. Banquete Albanés!
A la noche dormimos en el cálido living. Yo me sentía en una estancia patagónica. Con frazadas pesadas viajé a algunas de las noches que pase por algún campo con mi papá.
Por la mañana leche bien fresca de vaca, con el calor del animal aún. Armamos las cosas para partir. (El padre seguía tomando Raki).
Luli quiere vivir mejor, hacer un poco mas de plata, como todos. Tiene en su cabeza empezar un emprendimiento turístico  una experiencia local. Sin avisarnos nosotros eramos sus primeros clientes.
‘El precio que yo cobraría a los turistas seria de 25 euros’ nos dice indirectamente. La experiencia se me derrumbo. Nosotros no dudábamos en ofrecer un poco de plata para pagar por el increíble banquete, pero cuando me di cuenta que todo había ocurrido por un fin meramente económico, de hacer un poco de plata, me sentí un poco engañado.
Dudé en compartir o no la experiencia. Opté por hacerlo por que tuvo un mensaje para mi. Siento que muchas veces donde el mercado mete la cola se pierde lo humano, lo social y este es un buen ejemplo.
Al irme por la ruta me acordaba de Venecia y la experiencia con un kioskero: ‘Te puedo hacer una pregunta?’ ‘Si es muy larga tenés que pagar’.


Arcoiris del Amor


Almorzábamos sanguches de tomate en una plaza en Macedonia cuando se nos acercan unos chicos muy hippies: ‘ Chicos van para el Rainbow?’ Rainbow? Fede ya lo conocía de nombre, Dan, Lio y yo no teníamos ni idea. El gran festival hippie acababa de comenzar en Grecia. Estábamos a tres días de pedaleo en un camino que se salía completamente de la ruta. ‘Tenemos que irrr ‘ dice Fede entusiasmado por lo que sabia...’ Mmmm esta bien ‘ dijimos.
A 1700 mts de altura en medio de las montañas, cientos de hippies se congregan, bailan, cantan y te reciben con un fuerte abrazo. ‘Welcome Home’ te dicen todos. Un mundo diferente, calor humano, fuego.
Cada uno es libre de hacer lo que siente. Ayudar en la cocina para cocinar para cientos de personas, asistir o dar un workshop de lo que se te ocurra, tocar los tambores al lado del fuego o simplemente contemplar el universo. Se cree en la energía de las personas.
Al principio choca un poco, tardamos en bajar las barreras. Después de cinco días los cuatro bajamos de las montañas sabiendo que habíamos estado en un lugar muy especial. Inolvidable.


Faltaba solo Ale Magno!


En cuero y medio borrachos bailamos danzas típicas de la macedonia griega hasta que salio el sol.

Me levanté temprano, estaba sólo de nuevo después de mucho tiempo. Había acampado en una plantación de girasol en las afueras de Gianitza, Grecia. El día anterior perdí a los chicos de manera inexplicable por demorarme eligiendo música del mp3. Un desencuentro que, sin telefonía  significo perderlos todo el día.
Fuí hasta el centro de la ciudad a buscar internet para ver si tenía noticias de ellos. Unos jóvenes griegos muy simpáticos me invitan el desayuno. Cómicamente los chicos están en la misma ciudad que yo, de acuerdo al mail que me mandaron, a unos 40 kms de donde los perdí!. Arrancaba bien el día.
Nos reencontramos en la plaza y entre risas tratamos de entender como nos pudimos perder así.  A las bicis de nuevo, pedaleamos rumbo a Bulgaria. Hacen mas de cuarenta grados en la ruta. Paramos a almorzar en un restaurant familiar y muy dominguero.
A unos 100 kms de la frontera una tormenta en el horizonte nos frena el paso. Una casa con un cartel de BAR y un techo parece un buen lugar para esperar la lluvia.
El BAR no era mas que una casa que se olvidaron de sacar el cartel, igualmente apenas nos acercamos Rula y Yani se levantaron de sus sillas, nos ofrecieron asiento y café  El café viene con torta. Con una sonrisa en la cara este matrimonio de la edad de mis padres nos recibe como sus hijos.
Los vecinos están de viaje por lo que nos dicen que podemos tirar las carpas al lado de la casa. La gente del pueblo se acerca de a poco y saluda. Yani nos trae una enorme bolsa de tomates, pepinos y huevos  que saca de su quintita y gallinero.
Vamos a dar un paseo al centro del pueblito. Todos los chicos nos rodean y los que se animan nos hacen preguntas en ingles. Facebook y fotos por todos lados.
‘Mañana a la noche hay un festival de música local  con mas de treinta músicos de la región y comidas típicas’ nos comenta una señora... ‘Nos tenemos que quedar’ le digo a los chicos.
El día siguiente fue un ir y venir de vecinos que nos regalaban tomates, zandia, pan, etc. Yani y Rula nos invitaron a almorzar pasta. Cuando el sol empezó a caer nos pusimos la pilcha mas limpia que teníamos y nos fuimos para el festival.
Hay mas de cien mesas y una pista de baile frente al escenario, todo al aire libre. Los bailes son formando un gran círculo, uno agarrado del otro y moviendo las piernas al compás  girando en sentido anti horario. Las abuelas de setenta junto a los jóvenes de veinte, todas las generaciones abrazadas bailando la misma música y siguiendo el mismo ritmo.
Nosotros empezamos un poco tímidos  La forma que tiene el baile hace que entre cien personas que coordinan sus movimientos de manera perfecta al compás de la música sea fácil y hasta gracioso divisar que hay cuatro personas que distorsionan la armonía del movimiento. De todas formas nos metimos en el medio y robábamos la risa de unos cuantos.

La resina y cerveza empezó a correr. Los más joven es empezaron la ‘costumbre griega’ de romper sus remeras y camisas. Cuando me quise acordar tenia tres griegos arrancando mi remera y tirándome whisky en la cara. (Ese fue el fin de mi remera limpia para eventos...).

En cuero y medio borrachos...


Ahora en Istanbul, a casi un año de mi partida, siento que son muchas las cosas que aprendí y muchísimas mas las que tengo por aprender. Extraño mucho mi tierra y mi gente, pero también soy consciente de lo único de este momento y no lo puedo dejar pasar.
Un abrazo enorme!
Con el cariño de siempre
Pablo

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